Nada tan londinense como el cielo gris y la discreta tristeza con que los habitantes de la capital británica conmemoraron ayer el primer aniversario de los peores atentados terroristas que ha vivido el Reino Unido. Esta gente, apasionada de la jardinería y contenida en el dolor, eligió las flores y el silencio para recordar la desaparición brutal de 52 personas inocentes y las crueles secuelas que sufren más de 700 heridos.

Gill Hicks, una mujer morena de 37 años, perdió las dos piernas y el 75% de su sangre, y se salvó de milagro. Hace solo seis meses, con voluntad de hierro, logró volver a caminar para casarse. "Fue un momento de mala suerte", dice Joe Kerr, su esposo, sin dejarse ganar por el rencor.

Ramos para el recuerdo

En King´s Cross --donde perecieron 26 personas y Gill fue la última víctima evacuada con vida--, la ministra de Cultura, Tessa Jowell, y el alcalde de la ciudad, Ken Livingstone, depositaron unos ramos de flores, a la hora exacta, las 8.50 horas, en que estallaron simultáneamente tres bombas en el metro de la capital. "Los terroristas eligieron Londres, porque es todo lo que ellos odian; tolerante, abierta y diversa", escribió el edil, rindiendo homenaje a sus conciudadanos.

La sencilla ofrenda floral de King´s Cross se repitió también una hora más tarde en Tavistock Square, donde murieron 13 pasajeros que viajaban en el autobús de la línea 30.

Allí estaba el conductor, George Psaradakis, que salió ileso y recordó, traumatizado, a "la gente tirada en el suelo", a la que ayudó, aunque dos o tres ya estaban muertos. Su terapia fue volver a trabajar rápidamente, en la misma ruta.

Mensajes personales

Susannah Pall (25 años) también regresó al lugar que le produce pesadillas, Edgware Road. En el metro en el que iba camino de la oficina, 6 personas murieron. "Me he estado preparando para este día. Venir aquí forma parte de mi proceso de curación", comentó entre lágrimas. En la estación de Aldgate, un mensaje personal --"Nunca te olvidaremos, descansa en paz"-- iba dirigido a Carrie Taylor, la estudiante de Arte de 24 años, que perdió la vida en la explosión junto con otras siete personas.

Fueron las víctimas, sus familiares y quienes les socorrieron, los únicos protagonistas. Los políticos, en esta ocasión, fueron eclipsados. Cuando al mediodía el país guardó dos minutos de silencio, Tony Blair se unió a los miembros del cuerpo de bomberos y el ministro de Interior, John Reid, a los agentes de Scotland Yard.

Por su parte, el jefe de la Policía Metropolitana, Ian Blair, aprovechó la fecha para advertir que el horror acecha. "Creo que habrá nuevos ataques. Sé que los habrá", dijo. "Estamos haciendo todo lo posible para detenerlos y de hecho ya hemos detenido tres", añadió, sin dar más detalles.