Silvio Berlusconi tendrá un nuevo proceso, en este caso por colaboración en revelación de secretos, en una circunstancia que tuvo consecuencias importantes sobre los resultados de las elecciones generales del 2006. La decisión ha sido tomada por la jueza de Milán, Stefania Donadeo, que curiosamente no ha aceptado la decisión de archivar el caso, como pedía el fiscal que ha llevado el sumario.

A fines del 2005 el diario Il Giornale, de la familia Berlusconi, publicó la noticia exclusiva de una conversación telefónica privada entre el entonces secretario del progresista Partido Democrático (PD), Piero Fassino, y Giovanni Consorte, directivo del grupo bancario y seguros Unipol. En ella, Consorte comunicaba a Fassino que Unipol pretendía hacerse con el control de la Banca Nazionale del Lavoro (BNL). Ello habría significado que los progresistas habrían contado con un banco propio de referencia.

Es decir, una bomba política. "¿Entonces tenemos un banco?", decía en la conversación un sorprendido Fassino. La frase se hizo tan famosa que incluso ha entrado en la jerga política del país y ha sido objeto de chistes, bromas y piezas satíricas. La conversación existió realmente, pero formaba parte de un sumario todavía secreto, por lo que la jueza considera que Il Giornale no pudo publicarla sin haberla conseguido antes de una manera fraudulenta o ilegal. Por aquella circunstancia, tres meses atrás, el tribunal ya había ordenado el procesamiento de Paolo Berlusconi, hermano de Silvio y editor de Il Giornale.

El contenido del sumario revela detalles interesantes sobre cómo se desarrolla a veces la lucha política. Se da la circunstancia de que, cuando la conversación telefónica fue supuestamente sustraída del sumario, aún no existía ni como texto escrito, ni tan solo como borrador, sino que se encontraba aún y solo en las grabaciones. Por lo que a Il Giornale pudo llegar solo la copia de la voz de quienes conversaban. Los teléfonos de Consorte estaban pinchados por orden de un juez de la policía tributaria. Para este menester a veces se recurre a empresas especializadas y privadas, en este caso a la Research control System, cuyo administrador era Roberto Raffaelli. Este negó repetidamente que hubiese pasado la conversación a Il Giornale, pero sucesivamente tuvo que admitir que en vísperas de la Navidad llevó un ordenador con la conversación a la villa de Silvio Berlusconi, en Arcore (Milán), donde la hizo escuchar a todos. El pasado junio Raffaelli admitió la culpa y pactó una condena de 20 meses.

El empresario Fabrizio Favata, también implicado, fue condenado a dos años y cuatro meses de prisión y a pagar una indemnización de 40.000 euros a Fassino por daños morales. Con estos antecedentes, el fiscal consideró que Silvio Berlusconi era extraño al caso, por lo que había solicitado el archivo. Investigación La jueza Donadeo ha decidido esta mañana del jueves que los hechos fueron de otra manera y ha pedido que intervenga un fiscal distinto, que formule una acusación y solicite el procesamiento del primer ministro a otro juez.

Paralelamente ha ordenado una investigación sobre Maurizio Belpietro, director de Il Giornale en la época. Nicolò Ghedini, abogado de Berlusconi, ha comentado que todavía no ha podido leer la medida, añadiendo que "nada que venga de Milán me sorprende" y que en cualquier caso aquel tribunal "no es territorialmente competente".