Este es sin duda el aspecto más controvertido del proceso electoral, y el que es más susceptible de generar acusaciones de fraude. En EEUU no existe un documento nacional de identidad y cada estado decide qué tipo de identificación exige a los votantes cuando van a registrarse. Quien se ha registrado por primera vez debe, además, identificarse en el colegio electoral.

Generalmente se pide el carnet de conducir, pero cada estado es libre de adoptar otros requerimientos o cotejar la información con otras bases de datos. Un simple error tipográfico puede acabar privando del voto a un elector. Ohio, por ejemplo, está borrando del registro a votantes que han perdido su casa a causa de la crisis porque su dirección actual ya no coincide con la que figura en el carnet de conducir.