El golpe de Estado fallido del pasado 15 de julio y la posteriorimposición del estado de emergencia han dejado gravemente herido al importante sector turístico turco, que ya lastraba grandes pérdidas por los atentados terroristas que el país sufre desde hace un año. Aunque los veraneantes que han seguido con sus planes a pesar de todos los acontecimientos recientes se muestran encantados con su decisión.

Como la mexicana Laura, de vacaciones con su hijo y su marido (turco) en Estambul. Admite que antes de volar al país eurasiático sí tenía reservas sobre el viaje, pero confió en el criterio y el conocimiento local de su marido. “Salvo una vez durante un apagón en el acuario y durante el golpe, no he tenido miedo. Todo ha ido muy bien”, cuenta frente a la Mezquita Azul, antes de dirigirse hacia el museo de Santa Sofía, donde no hay cola para entrar por la sorprendente ausencia de visitantes. A punto están de admirarlo Roy y Edwin, dos turistas daneses que llegaron a la ciudad del Bósforo después del golpe de estado, pero antes de la declaración del estado de emergencia. “Hasta ahora, ningún problema”, comentan.

Hakan merodea por allí cerca. Es uno de los chavales que, enfundado en un polo azul con la leyenda “Pregúntame”, se dedica a informar a los turistas y repartir mensajes vitalistas y trascendentales firmados por Paulo Coelho y similares. Cuenta que se ha notado mucho más la caída del turismo con los atentados. Que con la intentona golpista la gente se ha animado ligeramente, ahora que incluso hay transporte público urbano gratuito. Se refiere a la medida adoptada por las autoridades para facilitar la llegada de los ciudadanos a las plazas para mostrar su apoyo “al país, a la patria y a la bandera”, como el propio presidente, Recep Tayyip Erdogan, solicitó a sus compatriotas vía mensaje de texto.

Al otro lado del Cuerno de Oro, al pie de la Torre de Galata, otra pareja de daneses relata que nunca tuvieron en mente cancelar sus vacaciones, planeadas con meses de antelación. “Llegamos aquí el lunes... y por el momento todo ha salido bien. No tenemos que hacer fila para entrar a los monumentos y además, el transporte es gratuito”, celebra uno de ellos.

En una pequeña tienda de souvenirs junto a la salida de la torre, Nulifer, la joven vendedora, asegura que el perfil de quienes se acercan a su negocio a comprar los imanes, las postales o los objetos de cuero que vende son en su mayoría árabes de países del Golfo Pérsico y turcos. “En los últimos días, han venido menos occidentales”, apunta.

Menos turistas

Según la agencia Euromonitor, Turquía vio como las llegadas de turistas internacionales descendían un 10% en el primer trimestre del año, período en el que el país eurasiático fue sacudido por tres sangrientos atentados suicidas en Ankara y Estambul, atribuidos a los grupos terroristas Estado Islámico y Halcones de la Libertad del Kurdistán.

El sur del país, en la ciudad mediterránea de Antalya, ha visto su período más triste pero no por el terrorismo. Destino habitual de los numerosos turistas rusos, el incidente entre Ankara y Moscú por el derribo, el pasado mes de noviembre, de un avión ruso a manos de pilotos turcos provocó que el Kremlin boicoteara, entre otros, al sector turístico de Turquía. Recientemente, Ankara había hecho esfuerzos por acercarse al Gobierno ruso, y está prevista una reunión entre el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, y su homólogo ruso, Vladimir Putin. Turquía ha visto descensos interanuales de los turistas procedentes de ese país de más de un 90 por ciento en abril y mayo.

Las fuentes consultadas afirman que ha sido más el terrorismo que la intentona golpista lo que ha dado al traste con un sector cuyo balance anual prevén nefasto. Incluso en zonas que no han registrado incidentes de seguridad, como la Capadocia, los hoteles tienen una ocupación muy por debajo de las habituales en temporada alta.