Tras el rigor de Condy Rice sobre "los puestos avanzados de la tiranía" y el compromiso de Bush de extender la democracia por todo el mundo, ninguna novedad aporta el discurso del presidente de Estados Unidos sobre el estado de la Unión. Nueva fase en Irak sin más detalles y rechazo de las exigencias de varios dirigentes demócratas para fijar "un calendario artificial" de retirada. El énfasis recayó en Oriente Próximo, donde Bush aseguró que la solución de dos estados, israelí y palestino, está "al alcance de la mano". Un éxito en ese terreno minado bastaría para justificar una presidencia.

Más de la mitad del discurso se dedicó a la política interna, al esquema de otra revolución conservadora que sueña con introducir cambios históricos en el sistema de Seguridad Social, amenazado, como en otros países, por el abismo de las pensiones. Un catálogo de buenas intenciones o de estridentes propuestas para satisfacer a su clientela, pero que pronto tropezará con la dura realidad.

*Periodista e historiador.