"Tenemos la ventaja de que no tendremos que enfrentar más a Merkel en las urnas". Esto respondía el pasado febrero el ministro federal de Trabajo, el socialdemócrata Humbertus Heil, tras ser preguntado en un encuentro con periodistas extranjeros por las perspectivas electorales de su partido. Poco ha cambiado para el SPD desde entonces.

El socio menor de la CDU-CSU en la Gran Coalición gobernante sigue sin ser capaz de despegar en las encuestas, mientras los conservadores se han disparado hasta cerca del 40% desde el inicio de la pandemia. El 'factor Merkel', considerada por buena parte de la ciudadanía como un ancla de seguridad en tiempos inciertos, parece ser el elemento decisivo. Pero la vida política de la cancillera ya ha entrado en cuenta atrás: septiembre del 2021 -para cuando están previstas las próximas elecciones federales- será la estación final para una figura democristiana que ha hecho historia.

A día de hoy, la unión conservadora sigue sin solventar la cuestión del liderazgo en la era post-Merkel: la actual presidenta de la CDU, Annegret Kramp-Karrenbauer, ya anunció que no continuaría en el cargo después del próximo congreso del partido y que tampoco presentará su candidatura a la cancillería. La elegida ha fracasado así en su intento de gestionar la herencia política de Merkel.

La CDU tendría que haber celebrado un congreso el pasado abril en Berlín para decidir la sucesión de AKK (las siglas con las que se conoce popularmente a Kramp-Karrenbauer). El estallido de la pandemia obligó a su postergación hasta finales de este año. La cuestión de la candidatura a canciller es la otra que sigue abierta en el seno del conservadurismo. Una cosa está clara: tanto el futuro presidente de la CDU como su candidato a canciller serán hombres.

Tres candidatos

Tres son los candidatos con más posibilidades: el actual primer ministro de Renania del Norte-Westfalia, Armin Laschet, el primer ministro del Estado libre de Baviera, el socialcristiano Markus Söder, y el exdiputado de la CDU y antiguo rival de Merkel, Friedrich Merz, de claro corte más conservador y duro.

Antes de la pandemia, los tres parecían tener buenas cartas, pero la crisis generada por el virus lo ha puesto todo patas arriba dentro del espacio democristiano. A Laschet se le acusa de haber hecho una mala gestión de la crisis sanitaria en Renania del Norte-Westfalia, uno de los dos estados federados más golpeados por el covid-19; el otro es Baviera, cuyo máximo responsable político es Söder. Este último tuvo que reconocer la semana pasada graves errores en el sistema de tests para detectar el coronavirus entre los ciudadanos que volvían del extranjero y organizados por el Gobierno bávaro en autopistas, estaciones de tren y aeropuerto del estado libre. Miles de personas siguen esperando a los resultados.

Por último, la pandemia ha barrido de la agenda a Friedrich Merz, quien, sin un cargo de responsabilidad política en medio de la pandemia, tiene enormes problemas para perfilarse como el hombre ideal para competir por la cancillería. A día de hoy, lo único seguro es que Merkel le queda poco más de un año al frente de Alemania.