Los sindicatos y las organizaciones estudiantiles francesas convocaron ayer una nueva jornada de manifestaciones y huelgas, el próximo martes día 4, contra el controvertido contrato de primer empleo (CPE) que el primer ministro, Dominique de Villepin, se obstina en no querer retirar a pesar de la fuerte presión política y de la opinión pública. El presidente francés, Jacques Chirac, debería intervenir públicamente después de que el Consejo Constitucional se pronuncie sobre el texto.

Reforzados por el éxito de las manifestaciones multitudinarias (entre un millón y tres millones de personas, según las fuentes, desfilaron el martes en toda Francia), los sindicatos interprofesionales y estudiantiles decidieron ayer reforzar la presión sobre Villepin. Pero éste no parece dispuesto a ceder.

La intransigencia del primer ministro ha hecho que aumente la presión sobre Chirac, a quien la oposición de izquierdas y un sector de la derecha han pedido que "utilice sus prerrogativas constitucionales" para suspender el CPE y proponer un nuevo debate al Parlamento.

El ministro de Educación, Gilles de Robien, dio por su parte la orden para que se reabran hoy las universidades y se desbloqueen los institutos ocupados, si es necesario por la fuerza.

LA REFORMA ALEMANA El vicecanciller del Partido Socialdemócrata alemán (SPD) y ministro de Trabajo y Asuntos Sociales, Franz Müntefering, ha decidido bloquear esta semana una reforma similar a la francesa pactada en los acuerdos de Gobierno, consistente en ampliar el periodo de prueba de los nuevos empleados de seis meses a dos años, transcurridos los cuales el trabajador podría ser despedido sin motivos.

"Hagamos primero lo que hemos acordado", pidió la cancillera, Angela Merkel, tras reconocer que la protección del despido es más importante para el SPD que para su partido, la CDU.