Un día después del quinto aniversario de la masacre terrorista del 11-S, cuatro presuntos extremistas islámicos trataron de atentar ayer contra la embajada estadounidense en Damasco con un vehículo cargado de explosivos. Su intentona fue abortada por las fuerzas de seguridad sirias, que mataron a tres de los asaltantes e hirieron al cuarto. Este es el segundo ataque contra una embajada de EEUU en solo cinco días, después de que un coche bomba estallara ante la legación en Kabul (Afganistán) causando 16 muertos.

Además, un miembro de la policía siria murió en el tiroteo y 11 personas resultaron heridas, entre ellas dos iraquís y un diplomático chino. Los asaltantes, armados con fusiles de asalto y granadas, llegaron en dos vehículos y pretendían abatir a los guardas de la entrada para luego irrumpir en la embajada a bordo de una furgoneta bomba.

MEDIA HORA DE TIROTEO Agujeros de bala en los muros de la embajada, lunas de coche rotas, un vehículo calcinado y manchas de sangre daban ayer fe de la intensidad de los combates. "Oí gritos y después una gran explosión acompañada de tiroteos que se prolongaron media hora", explicó a este diario, Mazen Darwish, un empleado de banca que se encontraba a escasos metros del lugar.

El ataque comenzó cuando los terroristas aparcaron cerca de una de las verjas que protegen la entrada de la embajada. Los radicales descendieron de los coches y, al grito de "Alá es el más grande", abrieron fuego contra los guardias. Los agentes respondieron al fuego mientras los marines responsables de la seguridad interna de la embajada subieron al tejado del edificio y también comenzaron a disparar hasta neutralizar a los asaltantes.

Tras las primeras pesquisas y el arresto de uno de los asaltantes, el Gobierno sirio los identificó como miembros de un grupo takfiri, extremistas sunís que excomulgan a todos los musulmanes que no les apoyan.

La respuesta mostrada ayer por las autoridades sirias supone un importante espaldarazo para el régimen del presidente Basar al Asad, acosado por Estados Unidos por apoyar a Hizbulá y a las milicias palestinas.

"Los sirios han ayudado a proteger a nuestra gente, y por tanto les estamos muy agradecidos", dijo ayer la secretaria de Estado estadounidense, Condoleezza Rice. Desde la Casa Blanca, su portavoz, Tony Snow, recalcó la importancia que tendría la cooperación siria en la lucha contra el terrorismo y pidió a Damasco que se sume a esa guerra como aliado de EEUU.

Washington retiró a su embajadora en Damasco en el 2005 como protesta por el asesinato del exprimer ministro libanés, Rafik Hariri, declarado antisirio, después de que buena parte de la sociedad libanesa acusará a Damasco del magnicidio.

JUNTO A UN COLEGIO De consumarse, el atentado de ayer podría haber tenido consecuencias trágicas. Al lado de la embajada, situada en el lujoso barrio diplomático de Abu Rumane, hay dos colegios de niños, que solo media hora antes habían entrado en clase, según Adel Asmani, uno de los testigos. Además, decenas de iraquís hacían cola a las puertas de su embajada, ubicada, como la china y la italiana, muy cerca de la estadounidense.

No es la primera vez que grupos radicales islámicos tratan de cometer atentados en el país. En junio, las fuerzas de seguridad se enfrentaron con un comando extremista frente al ministerio de Defensa. Y en el 2004, 4 personas murieron tras abortar la policía un ataque dirigido contra la embajada de Canadá.