Parte del éxito de SD no puede entenderse sin Jimmie Åkesson, su líder, que ha sabido transformar al estigmatizado partido neonazi en una formación populista de derechas más digerible. «Han pasado de ser cabezas rapadas a jóvenes ejecutivos con gafas de pasta y el pelo engominado», explica el periodista Roger Suso en El último europeo.

La reconstrucción del SD ha funcionado por su estrategia transversal. Åkesson ha rebajado el tono islamófobo y se ha desmarcado de los escándalos protagonizados por los vínculos violentos de miembros de su partido mientras el partido se proclama heredero del programa socialdemócrata para un Estado del bienestar que solo quieren para los suecos.