Cuatro niños resultaron muertos y, al menos, otros tres fueron heridos al ser alcanzados por un mortero en un campo de tiro en la periferia de Kabul donde un batallón del Ejército afgano en formación participaba en una sesión de entrenamiento dirigida por fuerzas especiales de EEUU. El incidente ocurrió el sábado y las víctimas tenían entre 8 y 14 años, indicó ayer el coronel Roger King, portavoz norteamericano en la base aérea de Bagram, el cuartel general de la operación que EEUU lleva a cabo en Afganistán.

El campo de tiro se encontraba en la salida de Kabul, a tres kilómetros de Pol-e-Chakri, el barrio donde vivían los niños, y estaba rodeado por balizas. Los soldados afganos disparaban con morteros de 82 milímetros. El portavoz estadounidense dijo que todas las sesiones de entrenamiento comienzan con un aviso sonoro. Este dato fue confirmado por Mohamad Akran, cuyo hijo fue una de las víctimas.

ZONA PROHIBIDA

El incidente tuvo lugar en el interior de la zona de acceso prohibido. Los niños tenían por costumbre ir al campo de tiro para recoger restos de metal y venderlos en el mercado.

Akran no dudó en repartir las culpas: "Nosotros tenemos la culpa, porque no deberíamos dejar ir allí a los niños. Y los militares, también, porque han puesto un campo de entrenamiento demasiado cerca de una zona habitada".