Nadie sabe quién es. Nadie sabe de dónde viene. Una pequeña y semiinconsciente forma yace sin identificar en un hospital de Bombay, alimentada a través de una sonda, esperando a alguien, cualquiera, que llegue y lo reclame como miembro de su familia.

La mayor parte de los 180 muertos y de los 700 heridos en los atentados del pasado martes ya han sido identificados. Sin embargo, el chico, que tiene heridas de consideración en la cabeza, yace solo en la unidad de cuidados intensivos, incapaz de comunicarse. Y hasta que alguien se presente en el Hospital y lo reclame, el personal lo llama Raju.

Al borde de la consciencia

Raju, que aparenta tener 10 años, tiene varios puntos de sutura en la cara, le falta un diente y se encuentra en la frontera entre la consciencia y la inconsciencia. Los médicos y las enfermeras del hospital Bhagwati que lo atienden solo saben de él que llegó el martes por la noche junto con otros 104 heridos recogidos en la estación de Borivali. "No sabemos quién lo trajo, ni tenemos idea de quién es", afirma Urmila Garg, superintendente médico. "Tenemos la esperanza de que alguien venga y lo reclame", añade.

Las enfermeras que lo atienden creen que viajaba con sus padres en el tren cuando ocurrió el atentado y que ellos han muerto. "Las emisoras de televisión han divulgado su foto, pero nadie ha preguntado por él. Por eso creemos que su familia ha muerto en la explosión", aseguran. Y en un hospital repleto de familiares y amigos de los heridos en el atentado, nadie se sienta junto al pequeño Raju.