"La autonomía no es separatismo, es para el pueblo, y eso es lo que he querido transmitir durante mi reinado", afirma Katherine David, Miss Santa Cruz y Miss Bolivia. En biquini, hace un mohín a la cámara, arquea su espalda e insiste: "La gente no debe tener miedo".

El referendo cruceño también se juega en traje de baño. Las palabras de las reinas de belleza valen aquí más que una misa. A Tatiana Limpias, gerente general de Promociones Gloria, la agencia de modelos más importante del país, no le sorprende tal fervor. "Las misses tienen rango casi presidencial. Están en todos los actos de posesión de los mandatarios", dice.

La demanda de la autonomía ha movilizado a la sociedad cruceña y hay enormes expectativas por ver cómo sigue el pulso con La Paz. Pero el 15 de mayo pasará algo para muchos más importante: la final de la nueva edición de Miss Santa Cruz.

Venezuela y Colombia han convertido a los concursos de belleza en instituciones. La región más próspera de Bolivia le incorpora añadidos políticos. El concurso, con su exaltación de ciertos biotipos de belleza, es más que una tribuna de afirmación regional. "La gente que no conoce muy bien Bolivia piensa que todos somos indígenas... gente pobre y muy baja. Yo soy del otro lado del país.... Somos altos, blancos, sabemos inglés", dijo en el 2004 Gabriela Oviedo Serrate cuando compitió por el cetro de Miss Mundo.

Trato despectivo

La afroboliviana Dayana Angola Landaveri es una de las aspirantes a Miss Santa Cruz. Explica que, antes de ser candidata, le decían negra de manera despectiva. Ahora que puede ser reina, el trato ha mejorado.

Las finalistas del concurso de belleza se han involucrado en el referendo. "Llegaron a votar contentísimas, mostrando la papeleta del sí. Y las aplaudieron por haber cumplido con el deber", explicó ayer la cronista del programa televisivo boliviano Sabores y colores .