Anthony era "el amor de mi vida". "Soy su madre y necesito saber qué le ocurrió a Anthony". El llamamiento desgarrado de una madre llegada de Nigeria en busca de su hijo, desveló de golpe algo sobre lo que hasta ahora se había pasado de puntillas: la dimensión humana de la tragedia de Londres.

Marie Fatayi-William, recién llegada de su país, se presentó en las inmediaciones de Tavistock Square, donde el jueves saltó por los aires el autobús en el que probablemente viajaba su hijo. Rodeada por familiares y amigos, esta mujer de piel negra y presencia imponente, alzó la voz entrecortada por las lágrimas, para gritarle al mundo su dolor y decirle a los terroristas que se equivocan. "El terrorismo no es el camino. No se puede conseguir la paz matando a la gente. Debemos parar este círculo vicioso de muertes", dijo.

EJECUTIVO EN LA CITY Anthony tenía 26 años y un buen trabajo en la City como ejecutivo de la firma de transacciones AMEC. El jueves por la mañana, iba a la oficina y a las 8.39 llamó a uno de sus colegas diciéndole que iba a llegar tarde porque estaba atrapado en un atasco. Nadie ha vuelto tener noticias suyas.

"Han pasado cinco días y seguimos esperando saber lo que le ocurrió", clamaba ayer su madre, que aún quería "protegerle". "El era mi primer, mi único hijo, el cabeza de familia", decía, tratando de explicar la dimensión del drama que están viviendo otras muchas familias, no sólo en el Reino Unido.

La identidad de las víctimas es el perfecto espejo de la diversidad étnica de la ciudad. Un economista italiano, un estudiante musulmán que trabajaba como camarero, un contable de la isla Mauricio, un especialista en comunicaciones polaco, figuran en las listas de los que resultaron alcanzados por las bombas.

Ayer, la policía ofreció las primeras identificaciones de dos fallecidas: Susan Levy, de 53 años, madre de dos hijos, que murió en el metro de King´s Cross, y Gladys Wundowa, de 51 años, limpiadora en la Universidad de Londres, que perdió la vida en el autobús de Tavistock Square.

El jefe de Scotland Yard, Ian Blair, advirtió de que el número de víctimas, oficialmente de 52, subirá, "aunque no llegará a los tres dígitos". En la Cámara de los Comunes, el primer ministro, dio un nuevo dato de las dimensiones del drama al afirmar que se está ofreciendo asistencia psicológica a 74 familias. Scotland Yard pidió "tiempo", para llevar a cabo correctamente la identificación de los cadáveres.

Tras la buena respuesta ciudadana a las peticiones de ayuda, los investigadores tienen ya en su poder 2.500 imágenes, fotos y vídeos, tomadas en los escenarios de los atentados. Scotland Yard confía en que estas imágenes puedan "contener información vital y constituir una pieza esencial del puzle de la investigación". La línea telefónica de las fuerzas antiterroristas ha recibido ya 2.000 llamadas.

LIBRO DE CONDOLENCIAS En el Ayuntamiento de Londres se ha puesto a disposición del público un libro de condolencias, en el que el primero en estampar su firma fue el alcalde la ciudad, Ken Livingstone, que acudió a trabajar ayer en metro.

Como él, millones de londinenses acudieron a trabajar en los transportes públicos, dominando el miedo y la inseguridad. Muchas personas optaron por tomar el coche o la bicicleta para evitar los transportes colectivos. La venta de bicicletas se ha cuadruplicado desde los atentado, pero ése es uno de los pocos negocios a los que los las cosas le van bien. La Asociación de Comerciantes Británicos calcula en 33,5 millones de euros (más de 5.500 millones de pesetas) las pérdidas en ventas registradas desde el pasado jueves.