“Hacia el nuevo tiempo”. Es el lema que el Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD) ha elegido para su congreso de Berlín. La que hasta hace una década era la alternativa natural al conservadurismo se esfuerza por mirar con optimismo hacia el futuro con la esperanza de que el congreso de este fin de semana suponga el definitivo punto de inflexión de una formación centenaria que lleva años amenazada por la irrelevancia política. La sensación es que esta puede ser su última oportunidad.

Tras ratificar el viernes a la nueva presidencia bicéfala del partido, los más de 600 delegados se centraron este sábado en preparar la agenda para las renegociación de la Gran Coalición. Los hasta hace bien poco perfectos desconocidos Saskia Esken y Norbert Walter-Borjans, que ganaron contra pronóstico las primarias internas para la presidencia del partido a la candidatura del vicecanciller y ministro federal de Finanzas, Olaf Scholz, llegan a lo más alto del SPD con la intención de dar un giro a la izquierda.

MEDIDAS SOCIALES

Esken y Walter-Borjans centraron su campaña en ataques contra el gobierno de coalición con la CDU-CSU de Angela Merkel. El dúo ha suavizado el tono en este congreso, conscientes de que los delegados rechazan mayoritariamente un abandono inmediato de la Gran Coalición. Ahora piden renegociar los términos del pacto de gobierno y incluir tres medidas que le den un barniz social: el aumento del salario mínimo hasta los 12 euros a la hora (actualmente está en algo más de nueve), un inversión pública de 450.000 millones de euros en infraestructuras y un programa más ambicioso en la lucha contra el calentamiento global.

De no conseguir esos retoques, Esken y Walter-Borjans siguen apostando por abandonar la Gran Coalición, una opción que presentan casi como un botón nuclear. De apretarlo, la unión conservadora de Merkel estaría abocada a un gobierno en minoría o, incluso, a un fin precipitado de la legislatura y a unas elecciones anticipadas. Ello supondría también un final prematuro de la carrera política de la cancillera, que ya anunció que no se presentaría a las próximas elecciones federales, previstas para otoño del 2021.

DELICADAS FINANZAS

El giro a la izquierda ha traído, de momento, un cambio en la dialéctica de parte de la dirigencia y también en el nombramiento de los puestos directivos. La elección para una de las cinco vicepresidencias de Kevin Kühnert, el todavía presidente de los Jusos -juventudes socialdemócratas-, demuestra que el ala izquierda ha ganado fuerza en la estructura del SPD. Las juventudes socialdemócratas parecen haberse convertido en un poder fáctico dentro de un partido sumido en una grave crisis de identidad.

El SPD se enfrenta, además, a una delicada situación financiera. “Ya no podemos permitirnos una estructura de un partido de un 40% de los votos con los ingresos de un partido del 20%”, advirtió este viernes el tesorero. Desde 1998, el SPD ha perdido más de 10 millones de votantes y más de 300.000 militantes.

Este sábado se dio a conocer la primera encuesta electoral tras la ratificación de la nueva presidencia del SPD. En ella, la socialdemocracia vuelve a tocar fondo con el 11% de intención de voto, por detrás incluso de la ultraderecha de Alternativa para Alemania, que se mantiene con 14 puntos como tercer partido más votado del país.