Dominique Strauss-Kahn debe comparecer mañana ante un juez de Nueva York, donde se espera que se declare "no culpable" de los delitos que se le imputan de acoso sexual e intento de violación de una empleada de un hotel de Mahnattan, lo que sentaría las bases para iniciar el juicio del político francés. Según lo previsto, el exdirector gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI) será informado el lunes de los cargos que definitivamente se le imputan, después de que hayan sido revisados por un gran jurado, detalló a Efe un portavoz de la Fiscalía estatal del Distrito de Manhattan. El gran jurado ya ha revisado los siete cargos que inicialmente presentaron las autoridades estadounidenses y ha tenido que tomar una decisión de si existen fundamentos para mantenerlos todos, o si añade o resta alguno. Fuentes judiciales dijeron a Efe que lo más probable es que el gran jurado mantenga esos siete cargos, entre los que figuran dos delitos por comisión de un acto criminal sexual y uno por tentativa de violación, todos en primer grado y de tipo violento. Además, se le imputó un cargo de abuso sexual en primer grado y de tipo violento, así como otros tres delitos menores: privación ilegal de libertad en segundo grado, detención forzosa y abuso sexual en tercer grado. De ser hallado culpable de todos, DSK, de 62 años podría ser condenado a hasta 74 años de prisión, aunque lo habitual es que sólo tuviera que cumplir la pena del delito más castigado (25 años). Es previsible además que, como ya hiciera cuando se le leyeron los cargos por primera vez, Strauss-Kahn (también conocido como DSK) se declare "no culpable" de los delitos que se le atribuyen después de que una inmigrante guineana de 32 años que trabajaba en un lujoso hotel de Manhattan denunciara que había intentado violarla. Si se declara "no culpable", en los próximos meses se celebrará un juicio en el que la defensa de DSK tratará de ganarse al jurado y para ello -según se ha podido entrever de las acusaciones cruzadas entre las partes- previsiblemente aludirá a una supuesta dudosa credibilidad de la denunciante. Los abogados del político y economista francés ya aseguraron recientemente que poseían información que puede "minar gravemente" la credibilidad de la mujer, lo que podría convertirse en su principal línea argumental en el juicio. En cambio, si el que hasta hace menos de un mes era uno de los favoritos de los sondeos para ser el candidato socialista a las elecciones presidenciales francesas se declarara "culpable", no se celebraría un juicio y simplemente cabría esperar una condena. En la vista del lunes también está previsto que, si hay una declaración de no culpabilidad, fiscales y abogados defensores empiecen a tramitar la puesta en común de las pruebas que cada parte maneja y entre las que estarían los restos de ADN que -según se ha filtrado a la prensa- se habrían encontrado en la blusa que llevaba la supuesta víctima. La detención de DSK el 14 de mayo dio la vuelta al mundo rápidamente y ha atraído una gran atención mediática dada la importancia de su cargo, al que renunció para poder centrarse en su defensa, lo que, a su vez, también ha desatado un complejo proceso internacional para determinar quién será su sucesor frente al FMI. Otro de los efectos colaterales de este caso ha sido la explosión de demandas por acoso sexual interpuestas por mujeres trabajadoras, animadas por la sensación de que si las autoridades pueden acusar a alguien del rango de Strauss-Kahn es que también pueden hacerlo con cualquier otra persona. Esa sensación se ha visto alimentada también por la acusación esta semana del prominente banquero egipcio Mahmud Abdel Salam Omar, expresidente del Banco de Alejandría, por supuesto abuso sexual contra también una empleada del Pierre Hotel de Nueva York. Salam Omar fue trasladado a la conocida prisión neoyorquina de Rikers Island, tal y como se hizo con DSK, quien ahora permanece bajo arresto domiciliario en un adosado del barrio de TriBeCa, después de haber pagado la elevada fianza que se le impuso y junto a su esposa, la adinerada periodista Anne Sinclair. Ante estos dos sucesos, el sindicato de empleados del sector hotelero ha propuesto que las camareras encargadas de arreglar las habitaciones cuenten con un "panic button" que lleven siempre encima y con el que puedan alertar a sus superiores en caso de emergencia. Los hoteles involucrados en estos dos casos ya lo han aprobado.