La Constitución europea recibió ayer una nueva estocada después de que el Reino Unido anunciara que "no tiene sentido" continuar con el proceso de ratificación. Londres ha ahondado la fractura con el eje franco- alemán al desoír el llamamiento hecho este fin de semana por los líderes de ambos países, Jacques Chirac y Gerhard Schröder, partidarios de que el proceso siga adelante. En la Cámara de los Comunes, entre risas y gritos de euforia de los euroescépticos conservadores, el ministro de Asuntos Exteriores, Jack Straw, anunció el aplazamiento sine die del referendo británico.

El proyecto de ley que iba a permitir la celebración de la consulta --que estaba en proceso de ratificación en el Parlamento-- ha quedado paralizado tras el rechazo de los votantes de Francia y Holanda al Tratado. Straw utilizó con enorme cuidado cada palabra que pronunció, resistiéndose a dar por enterrada la Constitución, de la que dijo que sigue siendo un buen marco para gestionar la Unión Europea (UE) ampliada. También puso gran empeño en dar la impresión de que Londres estima que la decisión es reversible.

"UN PERIODO DE DIFICULTADES" "Nos reservamos el derecho de volver a tramitar la legislación para el referendo si las circunstancias cambian, pero no vemos qué sentido tiene hacerlo en este momento", aseguró Straw. Interrumpido por sus adversarios euroescépticos, que gozaron de lo lindo con el anuncio, el jefe del Foreign Office recordó que el primer ministro, Tony Blair, y él, habían firmado el Tratado en nombre del Reino Unido "porque la organización de la Unión Europea necesita una reforma" para afrontar la ampliación.

"Son los líderes europeos los que deben buscar las soluciones para afrontar la situación", afirmó Straw, que a renglón seguido advirtió de que la UE "se enfrenta ahora a un periodo de dificultades" que debe resolver "sin socavar los logros de cinco décadas". Cuando leyó los porcentajes de votos conseguidos por el no en los referendos de Francia y Holanda, la oposición los fue coreando con regocijo, para, finalmente, exigir el acta de defunción del Tratado.

"UN CADAVER" "Aunque ya no practique la medicina, puedo distinguir un cadáver cuando lo veo, y esta Constitución está muerta", declaró Liam Fox, actual responsables de Asuntos Internacionales en el Partido Conservador. "Nuestro Gobierno puede decir que sólo está aplazando la ratificación, pero no va a haber referendo en Gran Bretaña porque el propio Tratado esta muerto", señaló Fox, que no dudó en calificar la Constitución de "mala para el Reino Unido y para Europa".

Muy crecidos tras el veredicto de franceses y holandeses, los partidarios británicos del no están dispuestos a exigir la celebración de la consulta si Blair trata de introducir algunos de los capítulos del Tratado "por la puerta de atrás". El ministro de Exteriores prometió que esto no ocurrirá, pero también reconoció que hay elementos constitucionales que pueden ser completados sin necesidad de referendo. Straw puso como ejemplo la idea de dar a los parlamentos nacionales más participación sobre la legislación de la UE.

BUSCAR EL CONSENSO Evasivo sobre los planes británicos para afrontar la crisis, Straw no ofreció en su intervención ningún detalle sobre cuál será la estrategia de Blair en el Consejo Europeo de Bruselas, la próxima semana. La posibilidad de lograr un consenso en esta reunión se presenta, según los analistas, como algo muy improbable. Los enfrentamientos entre Londres, París y Berlín podrían eternizarse y terminar dominando la actividad de todo el semestre de presidencia británica que comienza el 1 de julio. Blair, que lleva una semana sin comparecer, anda ocupado con otros problemas como el hambre en Africa o el calentamiento del planeta. Anoche viajó a Washington, donde estudiará estos asuntos con el presidente de EEUU, George Bush, como parte de la agenda de la cumbre del G-8 de julio.

Con la decisión de aplazar el referendo, el Reino Unido corre un cierto riesgo de aislarse dentro de la UE, dado que la mayoría de las capitales se han manifestado a favor de continuar con la ratificación. Algunos expertos financieros sostienen que la decisión británica de congelar la consulta, aunque esperada, puede incrementar también la presión sobre el euro.