Las autoridades sanitarias de Suecia han abandonado este miércoles la política basada en la responsabilidad social, que había llevado al Gobierno ha plantear únicamente recomendaciones y restricciones voluntarias, y ha impuesto por vez primera desde el inicio de la pandemia una serie de medidas aunque de carácter muy leve.

Según ha anunciado el Ejecutivo, está estudiando una propuesta de ley para prohibir la venta de alcohol en la hostelería a partir de las 22 horas y obligar a cerrar a bares, restaurantes y clubes nocturnos a las 22.30 horas. Estas medidas estarán vigentes entre el 20 de noviembre y el 28 de febrero. La venta de alcohol fuera de establecimientos hoteleros está monopolizada por el Estado, cuyas tiendas cierran normalmente entre las 19 y las 20 horas.

"Nos enfrentamos a una situación que se puede volver negra como la noche", ha expresado el primer ministro, Stefan Lofven, en una rueda de prensa en Estocolmo, la capital sueca. "Nos arriesgamos a acabar como en primavera", ha dicho.

Lofven ha resaltado que una de cada cuatro camas de cuidados intensivos está ocupada por un enfermo de covid-19 y que el número de ingresos de pacientes con el virus se ha duplicado en la última semana.

Fuerte impacto de la pandemia

Suecia, que hasta ahora ha aplicado un modelo de gestión más laxo que la mayoría de estados apelando a la responsabilidad individual, ha sido el país nórdico más castigado por la pandemia, con más de 6.000 muertos y 162.000 positivos.

Con el objetivo de restringir el movimiento, las autoridades de 13 de las 21 regiones suecas han recomendado a los ciudadanos evitar todo contacto físico con aquellas personas con las que no convivan.

Sin embargo, estas medidas parecen tener poco efecto a la hora de evitar la transmisión del virus. En las últimas dos semanas, Suecia ha registrado 452,8 nuevos casos por cada 100.000 habitantes, según el Centro Europeo para la Prevención y el Control de Enfermedades.

Lofven ha señalado, además, que está preparado para considerar la posibilidad de imponer nuevas medidas para limitar las reuniones públicas si las actuales no surten efectos. De momento, las autoridades mantienen su reticencia a recomendar el uso de mascarillas.