Suecia despertó ayer con la trágica noticia de que Anna Lindh, una de las políticas más populares del país y defensora a ultranza de la adhesión a la moneda única europea, había fallecido a las 5.29 de la madrugada del jueves sobre la mesa de operaciones del Karolinska Institut, uno de los más prestigiosos centros médicos del mundo, después de 12 horas en estado crítico y de una larga intervención quirúrgica. Pese a la consternación, el Gobierno sueco optó por mantener el referendo del domingo sobre el euro como tributo a la ministra asesinada.

Los médicos y cirujanos no pudieron contener las fuertes hemorragias internas, especialmente en el hígado, producidas por las puñaladas que le propinó un individuo --cuya identidad se desconoce--, cuando la ministra efectuaba, sin escolta, unas compras en unos almacenes, en el centro de la capital sueca, Estocolmo.

La ministra, de 46 años, heredera in péctore del primer ministro socialdemócrata, Göran Persson, era el principal apoyo en la campaña del Gobierno sueco para convencer a los electores escépticos de la necesidad de que Suecia adopte el euro.

CONSULTAS ENTRE LIDERES

Momentos después de conocer el óbito, el primer ministro sueco, Göran Persson, anunció, en una improvisada rueda de prensa en la que no pudo contener las lágrimas, que, por su parte, suspendía de inmediato toda la campaña a favor del "sí" al euro. Después de consultar con los líderes de los otros partidos políticos, el primer ministro decidió seguir adelante con el referendo del domingo, pero sin celebrar actos de campaña. "Un acto de violencia no puede frenar un proceso democrático", dijo Persson.

Mientras miles de policías peinaban cada rincón de la capital sueca en busca del agresor, los responsables policiales aseguraron que en cinco días dispondrían del perfil del ADN del criminal gracias a los restos hallados en el lugar del asesinato. Aunque las primeras hipótesis apuntaban a las organizaciones nazis --porque el agresor vestía una chaqueta militar--, aún no hay nada claro y la policía no descarta un móvil político.

Según Björn Pihlblad, portavoz de la policía de Estocolmo, el asesinato de Anna Lindh no fue "consecuencia de un banal acto criminal" y consideró que la agresión fue un acto premeditado. "El asesino sabía lo que estaba haciendo", dijo.

CORPULENTO Y ENTRENADO

Según los testigos, el asesino es un hombre corpulento de entre 30 y 40 años y más de 1,80 metros de altura. Vestía chaqueta militar y portaba un pasamontañas que se le cayó en el lugar del crimen. El individuo tenía el rostro alargado y era de aspecto nórdico. Por su forma de actuar parece que se trata de una persona entrenada con gran fuerza física, que actuó con frialdad. La policía encontró en el lugar del crimen el cuchillo que el asesino abandonó en su huida.

La consternación popular contrastó con el júbilo entre los ultras. En la web info14.com, que agrupa a la mayoría de organizaciones neonazis suecas, se aplaude sin ningún recato el atentado contra la ministra sueca a la que denominan "la traidora del pueblo". En la página de internet se critica también el despliegue policial en busca del agresor.