Un muerto --el propio suicida-- y 10 personas heridas, una de ellas en estado crítico, es el resultado del atentado suicida que un activista palestino cometió ayer en la estación de autobuses de la ciudad israelí de Bersabé. La providencial intuición del conductor del autobús al que el suicida pretendía subirse impidió una masacre pocos días después de que Israel completara el desalojo de todas las colonias judías de la franja de Gaza y de cuatro de Cisjordania.

Las Brigadas de los Mártires de Al Aqsa y la Yihad Islámica se atribuyeron de forma conjunta la autoría del atentado. Oficialmente, las facciones armadas palestinas decretaron un periodo de calma en marzo hasta finales de año que ha sido repetidamente vulnerado con atentados como el de ayer y el disparo de cohetes artesanales Qasam y morteros.

El presidente de la ANP, Mahmud Abás, se apresuró a condenar el atentado. Israel, por su parte, insistió en que con violencia no habrá avances en la paz. Poco después del atentado, el Gobierno israelí aprobó el repliegue de sus tropas de la frontera entre Gaza y Egipto.