Un ataque suicida enlutó hoy el mes de Ramadán en Pakistán y acabó con la vida de al menos 38 fieles congregados en una mezquita cerca de la frontera afgana, una zona controlada por grupos radicales islámicos suníes talibán y redes criminales.

Una fuente oficial de la región tribal de Khyber explicó a Efe por teléfono que otras 70 personas sufrieron heridas a causa de la explosión, ocurrida a las 13.45 hora local (08.45 GMT) durante el rezo comunitario de los viernes.

Muchos de esos heridos han sido trasladados a Peshawar y fuentes de la administración de Khyber no descartan que el cómputo de fallecidos pueda aumentar con el paso de las horas debido a la gravedad de las lesiones de algunos de ellos.

El templo atacado se alzaba en la zona de Jamrud, situada en las afueras de Peshawar, capital de la provincia noroccidental de Khyber-Pakhtunkhwa, y a pocos kilómetros de la frontera afgana.

Al parecer, un suicida irrumpió en la mezquita de Al Medina a través de una ventana durante la oración e hizo estallar la carga explosiva que portaba.

Fuentes locales aseguraron al canal televisivo Express que el atacante tenía entre 15 y 16 años y que recordaron que el atentado tiene lugar días después de que las tribus de Jamrud negaran la entrada a los talibanes. "¿Quién me sacará ahora de la zona?", exclamó el adolescente antes de detonar los explosivos adosados a su cuerpo, según esta versión.

Fuentes de la administración de Khyber contactadas por Efe no confirmaron la edad del suicida ni la hipótesis de que el ataque, el más grave sufrido por Pakistán durante el presente mes de Ramadán, pudiera deberse a una venganza de los talibanes contra tribus de la zona.

En esta provincia se halla el principal paso terrestre que une Pakistán con Afganistán y por el que transita el grueso de los suministros para las fuerzas internacionales desplegadas en el país vecino.

A causa de su valor estratégico, el área está plagado de grupos talibanes y bandas criminales que luchan por imponerse y lucrarse del comercio.

Sin embargo, también es escenario de tensiones sectarias y de guerras intestinas entre diferentes organizaciones islamistas radicales.

A ello se suma que, desde hace unas semanas, el Ejército pakistaní lleva a cabo una operación contra los integristas en la vecina región tribal de Kurram.

Hasta la fecha, la estrategia de las Fuerzas Armadas es combatir a determinados grupos y atraerse el favor de otros para doblegar así los talibanes, que pasan con frecuencia de un lado al otro de la frontera.

Estados Unidos, por su parte, presiona a Pakistán para que elimine la amenaza que supone la red Haqqani y otros grupos integristas con base en este país para sus tropas destacadas en Afganistán, aunque Islamabad parece reticente.

Las zonas tribales de la provincia de Waziristán son el principal feudo de los talibanes en Pakistán, pero el Ejército sigue sin lanzar allí una ofensiva, en particular en la demarcación norteña, la más controlada por los insurgentes.

En Waziristán del Sur, al menos cuatro personas perdieron la vida este viernes en uno de los habituales ataques con misiles de aviones espía de EEUU, pensados para golpear a los talibanes y a la red terrorista internacional Al Qaeda.

La colaboración en materia antiterrorista entre Washington e Islamabad sufrió un varapalo tras la operación de EEUU en territorio paquistaní que acabó con la vida de Osama Bin Laden el pasado 2 de mayo.