Un suicida acabó ayer con la vida de al menos 70 civiles en Irak y dejó a más de 235 heridos. El atentado se cometió a primera hora de la mañana en una céntrica plaza de Bagdad y el blanco fue un grupo de chiís que esperaban ser contratados para trabajar en la construcción.

El terrorista apareció conduciendo una camioneta en la plaza Tayaran, en el barrio de Russafa. Detuvo el vehículo y ofreció trabajo a un numeroso grupo de desempleados. Una fuente policial dijo que la explosión se produjo cuando los trabajadores se apiñaron "como abejas" alrededor de la bomba trampa. Minutos antes, otro vehículo, al parecer aparcado a unos 30 metros, voló también por los aires junto a una patrulla policial.

ACUSACIONES El primer ministro iraquí, el chií Nuri al Maliki, acusó a los extremistas sunís y a los seguidores del dictador Sadam Husein de estar detrás de esta matanza. El presidente de la Asamblea Nacional, el suní Mahmud Machadani, pidió por su lado a los grupos armados sunís "una tregua de dos meses".

En otro acto de violencia, un cámara de televisión iraquí que trabajaba para la agencia de noticias estadounidense AP murió en un tiroteo en Mosul, lo que eleva a 29 los informadores que han perdido la vida este año en Irak. También se informó ayer del secuestro el domingo de cuatro agentes de seguridad surafricanos en el norte de Bagdad.

En medio de esta situación de caos y desgobierno, Maliki intenta organizar una conferencia de reconciliación nacional para crear un nuevo Gobierno del que no formen parte los seguidores del clérigo radical chií Moktada al Sadr, acusado de fomentar la violencia confesional entre sunís y chiís, y enemigo de la presencia de tropas extranjeras en Irak.

Maliki cuenta con el apoyo del presidente de Estados Unidos, George Bush, que busca desesperadamente enderezar una situación que hace tiempo huele a fracaso absoluto.

Mientras el primer ministro iraquí mantiene conversaciones con los principales líderes políticos del país, Bush hace lo propio, pero desde Washington. La semana pasada, el presidente de EEUU se reunió en la Casa Blanca con el influyente Abdel Aziz Hakim, jefe de la principal fuerza política chií, y ayer, también en Washington, lo hizo con el vicepresidente iraquí, el suní Tarek al Hashemi, al que recibió en la Casa Blanca.

CAMBIO DE ESTRATEGIA Bush siguió recabando opiniones para decidir su nueva estrategia para la nación árabe y, además de recibir a Hashemi, mantuvo una videoconferencia con los mandos militares en Irak, informa Mercedes Hervás.

Por otro lado, The Washington Post informó ayer de que un grupo de expertos compuesto por tres generales en la reserva y dos académicos aconsejó el lunes al presidente de EEUU que los soldados de combate estadounidenses en Irak no deben reducirse. Además, tampoco recomendaron que busque la ayuda de Irán y Siria para tratar de resolver la aguda y sangrienta crisis en que está sumida la posguerra iraquí. Las recomendaciones de estos expertos son diametralmente opuestas a las presentadas el pasado miércoles por el Grupo de Estudio de Irak.