Los suizos han rechazado en referéndum una iniciativa popular para instaurar una renta mínima mensual de 2.500 francos suizos (2.260 euros) que, según sus promotores, un grupo sin afiliación política, pretendía garantizar una vida digna para todos los ciudadanos.

Según los primeros resultados de la consulta divulgados por el Instituto GFS suizo, la idea ha sido rechazada por el 78% de los ciudadanos que han participado en el referéndum.

La iniciativa garantizaba un ingreso para todos los residentes en Suiza, durante toda la vida, aunque solo en la medida en que la persona no dispusiese de un ingreso mensual equivalente. También se beneficiarían de esta cantidad los extranjeros que llevaran viviendo en el país al menos cinco años. Además, la propuesta añadía 650 francos suizos (585 euros) cada mes por cada hijo menor.

La argumentación de la iniciativa indicaba que su objetivo erareducir la inequidad en un periodo en el que las diferencias salariales se disparan y la automatización está haciendo desaparecer numerosos empleos.

Asimismo, consideraban que se trataba de un medio para reconocer el trabajo no remunerado que realizan numerosas personas, en actividades como en el cuidado de los hijos o de los familiares enfermos o ancianos.

VENERAR EL TRABAJO

Al conocerse el resultado de la votación, el colectivo que lanzó esta iniciativa ha considerado positivo haber obtenido un 22% de apoyo y ha estimado que "en esta etapa ha sido una victoria hacer conocer el concepto del ingreso mínimo universal".

"La importancia, más allá del voto, es que los ciudadanos han comenzado a reflexionar sobre esta idea que habrá que poner en marcha tarde o temprano", ha indicado uno de los miembros del comité de apoyo a la iniciativa, Sergio Rossi.

Ningún partido político, excepto los Verdes, ha apoyado abiertamente la propuesta, al considerarla utópica y muy costosa. Incluso reduciendo los gastos en los que incurre actualmente el sistema de asistencia social, requeriría ingresos adicionales para las arcas públicas de más de 22.000 millones de euros al año.

La propuesta, única en el mundo, ha generado un gran debate es Suiza, un país donde se venera el trabajo.