Las autoridades iraquís intentan poner freno lo antes posible a la explosión de violencia que sacude Irak tras el atentado del pasado miércoles contra el santuario shií de la ciudad de Samarra, y que amenaza con precipitar al país a una guerra civil. En las últimas 48 horas, al menos 130 personas, la mayoría sunís, han sido asesinadas en varios puntos del país árabe.

El Gobierno iraquí ha movilizado a todos los efectivos de las fuerzas de seguridad y ha ampliado el toque de queda en Bagdad y la provincia de Saladino, al norte de la capital. Como reacción a los ataques, la principal coalición política suní ha cerrado la puerta a las negociaciones para formar un Gobierno de unidad nacional, lo que agrava todavía más si cabe la situación política del país.

La gran mayoría de los muertos se produjeron en Bagdad. "Desde el miércoles por la tarde hasta hoy por ayer jueves por la mañana hemos contabilizado 80 cadáveres, todos por heridas de bala. Es el doble de los que recibimos habitualmente. Estamos completamente desbordados", aseguró uno de los responsables de la morgue de la capital. El número de muertos por disparos de armas de fuego, y no como consecuencia de un gran atentado con explosivos, da cuenta de la gravedad de la situación. Diversas bandas de extremistas se dedican a asesinar impunemente a civiles por razones exclusivamente confesionales.

PERIODISTA ASESINADA En la localidad de Nahraua, al norte de Bagdad, un grupo de hombres armados detuvo en un falso control policial a tres autocares en los que viajaban 47 personas que había participado antes en una marcha de protesta por el atentado de Samarra. Los asaltantes los asesinaron a todos, tras obligarles a descender de los vehículos. Según la policía, entre las víctimas había sunís y shiís. En Baquba, la explosión de un carro bomba al paso de una patrulla iraquí mató a 16 personas, entre militares y civiles.

Ayer por la mañana aparecieron también en las afueras de Samarra los cadáveres de tres reporteros de la cadena de televisión árabe por satélite Al Arabiya, que fueron secuestrados la noche del miércoles tras informar en directo sobre las explosiones en la mezquita. Los asesinados son la periodista Atwar Bahjat, el cámara Adnán Abdalá y el técnico de sonido Jaled Mohsén. Estas muertes elevan a seis el número de informadores de este canal que han muerto en la guerra de Irak.

IMPOTENCIA El ataque a un símbolo religioso como es la Mezquita Dorada de Samarra, lugar venerado por el islam shií, ha cosechado una reacción mucho más virulenta que cualquier atentado terrorista suicida cometido por activistas de Al Qaeda, en los que mueren decenas de fieles shiís. Ni siquiera el líder religioso shií de Irak, el gran ayatolá Alí Sistani, ha logrado poner freno a los brotes de violencia.

El presidente iraquí, el kurdo Jalal Talabani, convocó ayer de urgencia a los líderes políticos del país para hacer frente a la situación. A la cita no acudió la principal coalición suní, el Frente del Acuerdo Iraquí, que dejó bien claro que no negociará con shiís y kurdos la formación del Gobierno hasta que los shiís no pidan disculpas por los ataques.

CIFRAS DE LOS INCIDENTES El Comité de Ulemas suní cifró ayer en 10 los imanes sunís asesinados, en 15 los secuestrados y en cerca de 170 las mezquitas que han sido atacadas hasta el momento en que hizo la declaración, ayer. Grupos de extremistas sunís, entre ellos la organización terrorista Al Qaeda, a quien las autoridades atribuyen la autoría del atentado de Samarra, amenazaron en un comunicado colgado en internet con vengarse de los shiís.