"No te rindas, continúa moviéndote, empuja, si ves una luz, síguela" fueron las palabras que escuchó Setsuko Thurlow, nacida en la ciudad japonesa de Hiroshima, mientras estaba entre los cascotes de un edificio venido abajo. Acababa de explotar la bomba atómica. Tiene 88 años y recogió el Nobel de la Paz en el 2017 en representación de la coalición Campaña Internacional para Abolir las Armas Nucleares.

-¿Cómo vivió el 6 de agosto de 1945 en Hirohisma?

-Tenía 13 años y estaba en la escuela, en una escuela cristiana. Nos instruían sobre cómo ayudar al Ejército japonés descifrando mensajes secretos. Era un día importante porque habíamos acabado nuestra instrucción. A las 8.00 a.m., mientras nos felicitaba el profesor, vimos una explosión cegadora por la ventana. El edificio cayó sobre nosotros y perdí la conciencia. Cuando la recuperé, estaba en una total oscuridad y silencio. Empecé a escuchar voces que pedían ayuda en susurros y una voz que me daba ánimos y me decía que iba a sacarme. Al salir, miré hacia atrás en busca de mis compañeras y todo estaba en llamas. Yo estaba viva, me repetía.

-¿Qué se encontró fuera?

-Estaba todo lleno de humo, no se veía nada. Luego, poco a poco, cuando mis ojos se fueron acostumbrando vi una especie de procesión de cuerpos, no puedo decir que fueran seres humanos, completamente ensangrentados, quemados, algunos llevaban los globos oculares en las manos... cuando se caían sus intestinos salían fuera. Nos indicaron que nos uniéramos a la procesión hacia la colina. Las personas suplicaban agua. En dos explanadas del tamaño de un campo de fútbol, se concentraban personas que ya habían muerto y las que estaban muriendo.

-¿Tuvo miedo?

-No. Luego, con el paso del tiempo, he entendido qué me pasó hablando con psicólogos. En una situación así, la función cognitiva se mantiene pero dejas de sentir. Hubiera estado aterrorizada, de otra forma. Mis padres sobrevivieron pero mi hermana y su hijo de cuatro años estuvieron muy cerca de una explosión. Mi sobrino no parecía un ser humano, estaba irreconocible. Para mi, mi sobrino se convirtió en el símbolo de todos los niños inocentes. Su imagen me ha impulsado a hablar de lo ocurrido, aunque es doloroso para mí.

-¿Ha tenido secuelas?

-No podía sentir. Y este hecho me acompaño durante mucho tiempo, me sentía culpable, hasta que fui a la universidad y estudié cómo puede el ser humano reaccionar ante una situación como la vivida. Vi a mi hermana y a mi sobrino morir quemados y no podía sentir. Eso me hacía preguntarme qué clase de ser humano era y pensé que algo en mí estaba mal. Por eso estudié psicología y vi que lo que me pasaba era normal. Me sentí culpable durante mucho tiempo hasta que paré de culpabilizarme. El conocimiento es importante para lidiar con el proceso pero requiere un tiempo largo. Mucha gente que lo había perdido todo tuvo una gran influencia en mí. Tuvieron la determinación de vivir de nuevo, reconstruir la vida y la comunidad. Fueron ellos los que me hicieron llegar a la conclusión de que quería trabajar en el futuro como trabajadora social.

-¿Podría pasar algo parecido a Hiroshima en nuestros días?

-Definitivamente sí. Hemos estado a punto. Pero esta sensación de urgencia no está compartida por la mayoría. Me preocupa. Aquella bomba fue un bebé comparado con el armamento nuclear que hay ahora. Estamos ante un potencial aniquilamiento de la humanidad, del final del planeta. La gente tiene un importante papel.

-¿La gente es consciente del peligro que entraña el arsenal nuclear?

-No. Me temo que la mayoría de gente ve Hiroshima como algo muy lejano que ocurrió mucho tiempo atrás.

-¿A la hora de luchar contra la proliferación del armamento nuclear se encuentran con muchos intereses económicos?

-Sí. Alguien está haciendo dinero con el armamento nuclear. Con el dinero de los impuestos de los ciudadanos, un dinero que debería ir destinado a hacer escuelas y hospitales. Esto me enoja. Por qué la gente no habla más alto contra sus gobiernos. La escalada nuclear es un crimen.

-¿Dónde estamos en la lucha contra el armamento nuclear?

-Los supervivientes sabemos que las armas nucleares son más que armas, son herramientas para asesinatos masivos. Sostenemos que ningún ser humano debe pasar por eso otra vez. Es nuestra responsabilidad alertar al mundo. Es nuestra responsabilidad como ciudadanos y cómo supervivientes alertar al mundo. Los ciudadanos deben decir no a los gobiernos cuando plantean más armamento nuclear. Nueve países quieren más y más. No se puede alimentar la escalada nuclear con el argumento de dar miedo al otro porque puede ocurrir un accidente.

-¿Qué opinión le merece la decisión de Trump de romper el pacto con Irán sobre armamento nuclear?

-No debería haberlo hecho. No deben estar enfrentados, es peligroso. EEUU debe volver a la mesa a negociar con Irán.

-¿El Tratado Contra Armas Nucleares de la ONU es efectivo?

-Es esencial. Pero los nueve países que tienen armamento nuclear no lo han ratificado. Se entiende. Pero tenemos esperanza en que se engrose el número de países que lo ratifican. Nuestro objetivo es cómo proteger a los seres humanos y la humanidad debe estar en el centro de nuestras preocupación en el debate sobre las armas nucleares, no cuánto dinero vamos a mover.