El cambio de Gobierno en Taiwán enfriará la tensión en el estrecho de Formosa, el punto más caliente de Asia. Las elecciones de ayer fueron ganadas por el Kuomintang, que defiende la reunificación a largo plazo y siempre que China se democratice, frente al independentista Partido Democrático Progresista (PDP). La gran diferencia de votos (el 58% frente al 42%) reveló el fracaso del discurso del miedo aireado en la última semana por el PDP, que había advertido de que la represión del Tíbet podría darse en Taiwán si prospera la reunificación.

Al final se impuso el voto pragmático. "Los taiwaneses quieren un Gobierno limpio, una economía floreciente y la paz en el estrecho", dijo ayer el nuevo presidente, Ma Ying-jeou, después de ganar las elecciones. El discurso resume las causas del derrumbe del PDP. Los escándalos de corrupción han sido constantes en su último mandato. Al presidente saliente, Chen Shuibian, se le presenta un horizonte de juicios, una vez perdida la inmunidad. Su discurso independentista y los conflictos continuos con China también han terminado por exasperar a los taiwaneses. China reclama la isla como suya y ha amenazado con usar la fuerza si declara formalmente la independencia. Por su parte, EEUU, con una gran presencia militar constante en la zona, ha prometido defenderla si es atacada por Pekín.

VUELOS DIRECTOS La mala marcha de la economía, con el paro y la inflación crecientes y una subida salarial del 1% en seis años, ha sido decisiva. La única receta para su mejora pasa por estrechar las relaciones con Pekín. El plan de Ma Ying-jeou es abrir los vuelos directos (actualmente es necesario hacer escala en un tercer país), fomentar las inversiones bilaterales y permitir las visitas de más turistas chinos, que ahora están limitadas a 1.000 diarias.

Los analistas coinciden en que Taiwán no ha votado por el KMT sino en contra del PDP. Las encuestas aún muestran un amplio sentimiento nacionalista: el 21% quiere la independencia, el 44% se siente solo taiwanés y el 80% defiende el ingreso en la ONU y el mantenimiento de la actual situación de independencia de hecho.

Precisamente, la segunda polémica cuestión, que también ayer se dirimía, era el referendo para entrar en las Naciones Unidas, ahora con el nombre de Taiwán, y que fracasó al no ser votado por el necesario 50% de la población. Hasta Estados Unidos criticó ese referendo que muestra la deriva perniciosa del discurso nacionalista radical de Chen. Incluso si hubiera sido aprobado por los taiwaneses, el ingreso en la ONU es imposible: Pekín dispone de derecho de veto y la mayoría de las Naciones Unidas sostiene que Taiwán es parte de China. Lo que consiguió el referendo fue arruinar la relación con Pekín, que accedió a negociar "cualquier tema" con Taipei siempre que acepte el principio de "una sola China".

DESACTIVAR LOS MISILES Ma Ying-jeou explicó ayer en Taipei que buscará "la normalización económica con China, la firma de un tratado de paz y la negociación de mayor espacio internacional para la isla". Sin embargo, el nuevo presidente taiwanés advirtió que para reanudar las conversaciones con China, rotas desde hace más de siete años, Pekín deberá antes desactivar el millar de misiles que tiene apuntando hacia Taiwán.