Fue un claro mensaje enviado por los talibanes de Afganistán a Dick Cheney, el número dos de EEUU y el hombre que envió al Ejército estadounidense a luchar en Asia Central. Alrededor de las 10.00 horas (6.30 de la mañana en España) un kamikaze cargado de explosivos hizo detonar su carga frente a la entrada principal de la base de Bagram, sita a unos 60 kilómetros al noreste de Kabul, justo cuando se encontraba en su interior el vicepresidente de EEUU, de gira por la zona. Al menos 14 personas perdieron la vida como consecuencia del atentado, pero Cheney no sufrió ni un rasguño.

"Era alrededor de las 10.00, esta mañana; oí una gran explosión y muy rápidamente, los agentes del servicio secreto vinieron a informarme de un ataque, aparentemente un atentado suicida, que se había producido en la entrada principal", relató Cheney a los periodistas que le acompañaban en su gira por Extremo Oriente y Asia Central. "Me trasladaron brevemente a un refugio antibombas; a medida que la situación se estabilizó y tuvieron una mejor perspectiva sobre lo que había pasado, entonces regresé a mi habitación hasta que era el momento de marchar", concluyó Cheney.

Horas después del ataque, Qari Yusuf Ahmedi, portavoz talibán, se atribuyó en una llamada telefónica a la agencia AP y en nombre de los talibanes el ataque suicida de ayer y dio incluso detalles respecto a la identidad de su autor, de nombre Mulá Abdulrahim. "Sabíamos que Dick Cheney podría estar instalado en la base; el autor del ataque intentó alcanzar a Cheney", añadió.

Grado de penetración Sin embargo, Cheney solo decidió a última hora pasar la noche en Bagram tras posponerse su entrevista con el presidente afgano Hamid Karzai, lo que ha llevado a algunos analistas a denunciar otra vez el grado de penetración de la insurgencia talibán en los servicios secretos afganos. "Esto demuestra cómo los militantes se han infiltrado en las redes de información de los servicios secretos afganos; es un atentado muy revelador", aseguró uno de los principales expertos paquistanís en materia de seguridad.

Objeto de controversia El número de víctimas mortales del atentado suicida fue objeto de controversia entre los responsables militares de la coalición militar internacional, el propio Gobierno afgano y los testigos presenciales. Según un balance del Ministerio del Interior, un total de 18 personas, entre ellas tres soldados extranjeros, perdieron la vida como consecuencia de la explosión.

El contingente extranjero dio a conocer la cifra de seis civiles afganos fallecidos, dos soldados (uno estadounidense y otro surcoreano), junto a un contratista extranjero. Finalmente, un periodista de France Presse que se desplazó al lugar de los hechos, llegó a contabilizar 11 cadáveres que eran cubiertos con sacos de plástico o mantas.