No ha conocido Gaza en la última década un año más tranquilo en el terreno militar como el que está a punto de expirar. Pero lo bueno siempre se acaba, y en las últimas semanas las escaramuzas fronterizas, los cohetes palestinos y los bombardeos israelís vuelven a estar a la orden del día. La jornada de ayer fue un buen reflejo de cómo crece la ansiedad en ambos bandos. Después de que un proyectil palestino rozara las puertas de una guardería en el sur de Israel, la aviación israelí bombardeó ocho puntos de la franja. "La situación en Gaza podría ser frágil y explosiva", advirtió el jefe del Estado Mayor, Gabi Ashkenazi.

Algunos elementos no invitan al optimismo, por más que Gaza ocupe el último renglón en la lista de las preocupaciones israelís, copada por Irán y seguida por Siria e Hizbulá. Uno de ellos es la presunta mejoría de las armas de las que disponen las milicias palestinas. El Ejército israelí cree que Hamás ha logrado introducir en la franja misiles antitanque algo más sofisticados de los que disponía hasta ahora, una circunstancia que podría acarrear riesgos para las operaciones que rutinariamente conduce en el perímetro de Gaza.

Los militares han anunciado que, a partir del mes que viene, desplegarán en la frontera tanques equipados con un sistema especial de protección. No sería de extrañar que incrementen además los ataques contra los depósitos de armas, uno de los objetivos atacados ayer.

NUEVA GUERRA Israel no cree que Hamás esté interesado en una nueva guerra, pero sus militares consideran que los islamistas están nerviosos. Por dos razones. La lentitud a la que avanza la reconciliación con Al Fatá y el nulo progreso de las negociaciones para el canje de presos con Israel, reacio a pagar el precio que exige Hamás para liberar al cabo Gilad Shalit, cautivo en Gaza desde el 2006.

Esa inquietud se aprecia en el rebrote del lanzamiento de cohetes contra el sur de Israel. Casi 40 en las dos últimas semanas, entre morteros y proyectiles artesanales. Uno de esos cohetes estuvo ayer a punto de ocasionar una tragedia. Cayó a solo siete metros de una guardería en el kibutz Zikim, a la hora en la que los primeros niños empezaban a llegar al centro. Una adolescente y un adulto resultaron heridos.

Pero Israel también está poniendo su grano de arena para desquiciar a Hamás, aislado en su agujero de miseria desde el 2007. En los últimos meses, y sin hacer ruido, ha matado a 60 palestinos, según reconoció ayer Ashkenazi. Muchos de ellos eran milicianos, como los cinco activistas de la Yihad Islámica asesinados el sábado pasado. Pero también civiles, como el pescador que se ahogó el 12 de diciembre después de que la marina disparase contra su bote.

En la franja están convencidos de que Israel volverá a atacar cuando considere que el volumen de armas de las milicias compromete su incontestable hegemonía militar. Pero el momento no invita a nuevas aventuras, dado el auge de la tensión en el Líbano y la oportunidad que las revelaciones de Wikileaks respecto al deseo árabe de un ataque a Irán otorgan a Israel para desplegar el músculo.

LO QUE QUISO El Estado judío tiene en Gaza lo que quiso, según se desprende de un cable de la embajada de EEUU fechado el 13 de junio del 2007. "Israel sería feliz si Hamás toma el control de Gaza porque el Ejército podrá tratar a Gaza como una entidad hostil", afirmó entonces el jefe de la Inteligencia Militar, Amos Yadlin. Dos días después Hamás tomó la franja de Gaza y expulsó de allí a Al Fatá. Lo demás ya es historia.