Las negociaciones comerciales del brexit no han comenzado aún, pero entre Londres y Bruselas el ambiente se caldea por momentos. El jefe negociador europeo, Michel Barnier, hizo ayer un llamamiento a la «calma» después de un tuit de la oficina del primer ministro británico, Boris Johnson, acusando a los responsables de la UE de haber «cambiado» su postura sobre un acuerdo de libre intercambio tipo Canadá, que ahora, según los británicos, Barnier considera imposible. En Bruselas el tuit fue muy mal recibido y tachado por un responsable comunitario de «profundamente deshonesto».

Londres y Bruselas habían expresado en una declaración común su voluntad de alcanzar un acuerdo «ambicioso», sin derechos de aduana ni cuotas. Pero a medida que cada una de las partes va definiendo su posición, aumenta la distancia y el recelo. Los europeos reclaman, a cambio de un acceso al mercado comunitario «sin precedentes» que el Reino Unido respete algunas de sus reglas, especialmente en lo que se refiere a ayudas del Estado, medio ambiente, derecho laboral y fiscalidad. Esa petición se justifica por la cercanía geográfica del Reino Unido. Esa alineación es rechazada de plano por los británicos, que según su jefe negociador, David Frost, pretenden discutir «de igual a igual», sin que la UE trate de imponer sus propias reglas.

Las negociaciones «van a ser difíciles, quizás incluso más que las de la retirada», de la UE, afirmó ayer Stefan de Rynck, consejero de Barnier, en un encuentro en la London School of Economics.