Una organización de nuevo cuño identificada como Grupo Islámico de Combatientes Marroquís (GICM) organizó desde territorio europeo los atentados del pasado 16 de mayo en Casablanca, cuando cuatro comandos suicidas se hicieron explotar simultáneamente y causaron 45 muertos, entre ellos cuatro españoles. Según han confirmado fuentes de la lucha antiterrorista, esta organización es dependiente de Al Qaeda y sus líderes residen en Gran Bretaña, Francia, Alemania, Italia y España.

Los servicios de espionaje han detectado que, siguiendo las consignas de sus superiores, un marroquí del GICM se trasladó desde Irán hasta Marruecos y señaló los objetivos que debían ser atacados el 16 de mayo.

El mando central del GICM, instalado en Londres, es el que decide de forma genérica los objetivos a atacar. Y el primero de ellos es la comunidad judía de Casablanca. En las confesiones hechas a la policía, los ocho miembros del GIMC detenidos hasta ahora reconocieron que sus líderes decidieron que el primero de los objetivos era "acabar con la presencia judía en Marruecos".

UN MILLAR DE ARRESTOS

En Marruecos se suceden las detenciones, los juicios y las condenas de radicales salafís, pertenecientes a la corriente más ultrarradical del islamismo. El aparato judicial marroquí funciona a toda máquina para juzgar a los cerca de 1.100 radicales arrestados hasta el momento y acusados de pertenecer a la Salafiya Combatiente, la organización terrorista que estaría detrás de los atentados.

"En realidad, esa denominación, Salafiya Combatiente, no es más que una etiqueta acuñada por las fuerzas de seguridad marroquís para denominar ese movimiento", señala un agente europeo de la lucha antiterrorista destacado en Marruecos. "Pero en realidad --asegura-- no es una organización. La Salafiya Combatiente es una nebulosa de miles de personas que participan de la ideología islamista ultrarradical. Gente así hay por todo el país. Pero no es en absoluto una red organizada". Si hubiera que hacer un esquema del terrorismo en Marruecos, esta masa informe y desorganizada de radicales estaría en la base.

En el escalón superior habría entre 50 y 100 de los llamados "afganos marroquís", todos ellos miembros del GICM. Se trata de radicales marroquís veteranos de la guerra de Afganistán contra los soviéticos o que durante los 90 se trasladaron a campos de entrenamiento terrorista en ese país. Con pasaportes falsos, muchos de ellos han vuelto a Marruecos, donde llevan una vida discreta. Son los tentáculos del GICM, una organización cuyo núcleo duro está en Europa. Su labor principal es ojear a esa masa de radicales y escoger a aquellos que por su estado psicológico están dispuestos a perpetrar atentados terroristas.

"Cada vez que, siguiendo el hilo, se llega a saber quién manipula a los terroristas, encontramos a miembros del GICM", señala un diplomático europeo. Abdelkarim Mayati ejemplifica como nadie esta función. Considerado "uno de los miembros más peligrosos" del GICM, este experto en explosivos y en falsificación de pasaportes sigue fugado. Además, al disponer de nacionalidad francesa, ha podido viajar sin problemas entre Marruecos y Europa. Mayati recibió en Cachemira un curso sobre explosivos y otro sobre contactos clandestinos antes de desplazarse a Pakistán y a Irán. Tras el 11-S, estuvo en la ciudad afgana de Kandahar y después se le perdió la pista hasta que fue detectado en Marruecos.

DESDE IRAN

Las autoridades marroquís, que no consiguen darle caza pese a haber distribuido su foto por todo el país, le acusan de estar "directamente implicado" en la organización los atentados de Casablanca y sospechan que fue el miembro del GICM que vino desde Irán a designar los atentados. La policía sospecha que está detrás de los dos asesinatos de judíos perpetrados el 10 y el 12 de septiembre.

En la cúpula del GICM está Mohamed al Garbuzi, el líder indiscutible de esta organización. La Interpol le busca por toda Europa, aunque se sospecha que reside clandestinamente en Londres. El y sus lugartenientes son el núcleo duro del GICM. Además de Al Garbuzi, los servicios secretos europeos han identificado a tres de los líderes de los radicales marroquís instalados en territorio europeo. Dos de ellos son Mustafá Buazaui y Anas Monselh, de quienes se sospecha que están camuflados entre la comunidad de emigrantes marroquís residentes en Alemania. El tercero es Mustafá Ait Al Kuinini, que vive en Francia.

El GIMC fue fundado por Al Garbuzi en 1998 en los campos terroristas en territorio afgano. Según Nurdin Nafia, un lugarteniente de Garbuzi detenido en Marruecos, éste presentó personalmente su proyecto terrorista a Osama bin Laden, quien lo aprobó. Desde Londres, adonde se trasladó en 1999, Al Garbuzi se ha encargado de recaudar fondos para la organización y de distribuir células de la misma por Canadá, Pakistán, Alemania, Francia e Inglaterra. También se le considera el coordinador de los grupos de afganos marroquís que hay por Europa.

EL DECRETO RELIGIOSO

El GICM buscó la bendición de Omar Mahumd Othman, alias Abu Katada, un palestino residente en Londres y el referente religioso de los integristas musulmanes radicados en Europa. El religioso radical palestino dijo que era "el momento de atacar Marruecos" y emitió una fatua (decreto religioso) autorizando las acciones terroristas en el reino magrebí.

La mayoría de los miembros del GICM son compañeros de armas en Afganistán, lo que ha forjado entre ellos vínculos personales muy fuertes. En muchos casos, esas relaciones son familiares pues una mayoría de los miembros del GICM están casados con las hermanas o hijas de otros militantes. De los ocho detenidos en Marruecos, varios tuvieron que huir de Afganistán con la caída del régimen talibán. De territorio afgano pasaron a Pakistán desde donde intentaron huir por Irán.

Las ramificaciones del GICM son numerosas y conectan con Al Qaeda. Entre los miembros conocidos están los hermanos Salahedin y Abdelaziz Benaish. El primero está detenido en Marruecos, y el segundo, en España. Ambos aparecen en el auto del juez Baltasar Garzón contra la célula de Al Qaeda en España. El magistrado los identifica como individuos que, además de combatir como muyahidines en Afganistán y en Chechenia, formaban parte del círculo de confianza de Imad Eddin Barakat, acusado de ser el jefe de Al Qaeda en España.