Como suele ocurrir en las elecciones presidenciales de Estados Unidos, el apoyo a los terceros partidos se ha ido deshinchando en la recta final de la campaña. Sin embargo, en unos comicios marcados por la impopularidad de los dos candidatos principales, libertarios y verdes tienen opciones de obtener los mejores resultados de una tercera fuerza desde el 2000, cuando Ralph Nader se llevó casi el 2,75% de los sufragios. En Utah,el independiente conservador Evan McMullin podría incluso ganar y llevarse los seis votos del Colegio Electoral, algo que no consigue una tercera fuerza desde 1968. Pero hay algo más trascendental para el duelo entre Hillary Clinton y Donald Trump: los terceros pueden afectar a los resultados en estados bisagra clave y, con ello, alterar el camino de la demócrata y el republicano hasta los 270 votos electorales que abren la puerta de la Casa Blanca.

En Florida, por ejemplo, Clinton llegaba al lunes con solo un punto de ventaja según la media de encuestas de Real Clear Politics y los 29 votos del colegio electoral que otorga el estado bien podrían depender de Gary Johnson, el exgobernador de Nuevo México, al que los mismos sondeos dan un 2,7% de los votos. Algo similar sucede enPensilvania (donde están en juego 20 votos del colegio electoral), donde el 3,2% de Johnson supera la ventaja del 2,4% de Clinton, y enOhio (18 electores), donde Trump va 2,8 puntos por delante pero el libertario tiene un 4,3% en las encuestas. Y en Michigan, y en Carolina del Norte, y en Colorado, y en Nevada...

HARTAZGO CON EL BIPARTIDISMO

La mejoría de las perspectivas de Johnson respecto al 2012, cuando ya fue candidato y logró menos del 1% del voto nacional, y las de Jill Stein, la doctora y activista medioambiental que también fue candidata del Partido Verde hace cuatro años y entonces no se llevó ni el 0,4% de los votos, confirman el descontento con Trump y con Clinton. Y son la última muestra, también, del sentir general de un país donde seis de cada 10 ciudadanos ven necesaria la existencia de una tercera fuerza según un sondeo realizado este otoño por Gallup.

Pese a ese hartazgo real con el sistema bipartidista, el voto por Johnson o Stein está denostado como “voto protesta”. Y hastaBernie Sanders, muchos de cuyos seguidores han traspasado su voto a libertarios y verdes, les ha pedido que aparquen hasta más adelante las demandas de reforma. “Este no es momento de voto protesta”, ha dicho el senador de Vermont, en un mensaje que también ha usado repetidamente el presidente, Barack Obama. “Cualquiera que haga un voto de protesta está dando un voto a Trump y es muy dañino para este país y para el mundo”.

REPERCUSIONES FUTURAS

Para Johnson y los libertarios, los únicos presentes en las papeletas de los 50 estados y que han cosechado el respaldo público de seis diarios (más que Trump), un buen resultado en las urnas podría tener repercusiones de futuro. Si llegan al 5% del voto nacional (y son los únicos que tienen opciones de hacerlo) podrán recibir fondos federales para el 2020, algo que logró por última vez Ross Perot, que en 1992 obtuvo el 18,9% y en 1996 el 8%. Y si las elecciones de este año han estado marcadas por la incertidumbre, las de dentro de cuatro pueden estarlo aún más dado el incierto futuro político del Partido Republicano tras la revolución que ha supuesto Trump.