La ciudad santa chií de Kerbala fue el blanco ayer de un atentado que acabó con la vida de al menos 50 personas, entre ellas mujeres y niños, y causó más de un centenar de heridos. Poco después, en Bagdad, un suicida hizo estallar un coche cargado con explosivos en uno de los principales puentes que cruzan el río Tigris. La explosión mató a 10 personas y 15 resultaron heridas. Al menos 10 iraquís más, entre agentes de seguridad y civiles, fallecieron en acciones armadas en el resto del país.

El ataque a Kerbala (100 kilómetros al suroeste de Bagdad) se produjo a primera hora de la mañana. El coche bomba, al parecer conducido por un suicida, estalló en una estación de autobuses, cerca de un mercado y de un control de policía. En el momento de la explosión, la zona estaba abarrotada.

El gobernador de la provincia, Ajil Jazali, dijo que 34 personas murieron en el ataque, mientras que una fuente del principal hospital de la ciudad elevó el número a 41 y cifró en 168 los heridos. Fuentes de las fuerzas de seguridad barajaban cifras superiores. Un portavoz de Interior aseguró que entre los fallecidos había al menos 16 niños. "Lo único que recuerdo es que estábamos comprando. Caminaba cogido de la mano de mi padre cuando se produjo una explosión. No sé donde está mi padre", declaró a la agencia AP un niño de 11 años herido.

LUGAR DE PEREGRINACION A unos 200 metros del lugar del atentado se levanta uno de los santuarios más venerados por los chiís, donde se cree que está enterrado el imán Husein, nieto de Mahoma. Cada año, millones de fieles acuden en peregrinación. Las autoridades decretaron un toque de queda indefinido en la ciudad y cortaron las principales vías de acceso al centro.

Este nuevo atentado, cometido presuntamente por extremistas sunís, agrava aún más la guerra sectaria que padece Irak desde hace más de un año. Frenar la guerra confesional, una de las que sufre el país, es prioritario para EEUU y el Gobierno iraquí. Este es el principal objetivo de la operación militar en marcha desde hace dos meses en Bagdad, en la que participan más de 80.000 hombres, entre soldados estadounidenses y miembros de las fuerzas de seguridad iraquís.

DESPLIEGUE MILITAR El despliegue militar ha logrado reducir los ajustes de cuentas entre sunís y chiís, pero no los ataques indiscriminados de suicidas con explosivos. Una muestra de ello fue el de ayer, en el puente de Jadiriya, al sur de la capital, que une el barrio chií de Karrada con el de Saidiya, de población mayoritariamente suní. El kamikaze activó la bomba cerca de un control policial. La mayoría de las víctimas eran civiles.

Un grupo de insurgentes intentó tomar el domicilio de Adnan al Dulaimi, máxima autoridad del Frente del Acuerdo Iraquí, principal fuerza política suní en el Parlamento. Los asaltantes se enfrentaron durante más de media hora a los guardias de la vivienda de Dulaimi, que no estaba en ella, e hirieron a cinco. También fue atacado al oeste de Bagdad el convoy donde viajaba el viceministro de Industria, Mohamed Abdul Jabar, que salió ileso, aunque tres de sus guardaespaldas fueron heridos.

Las guerra de Irak sigue causando cada día decenas de muertos. EEUU intenta, más de cuatro años después de la invasión, mitigar el fracaso con el diálogo. En mayo, Washington se reunirá con Irán y Siria para hablar de Irak en la cumbre de ministros de Exteriores que se celebrará en el balneario de Sharm el Sheij (Egipto). También están invitados el resto de los países de la región y los miembros del Consejo de Seguridad de la ONU.