El centro religioso judío de Nariman House, en el sur de Bombay, era ayer un edificio casi destrozado que mostraba las huellas del asalto más espectacular que las fuerzas de élite efectuaron durante la crisis terrorista que ha vivido la ciudad.

Los muros dañados y las ventanas destrozadas y ennegrecidas daban una idea de los combates que se vivieron en este edificio de seis pisos, situado en una estrecha calle del barrio de Colaba. Aquí perdieron la vida ocho judíos, entre ellos el rabino Gavriel Holtzberg, de 29 años, y su esposa, antes de que los agentes especiales lograran abatir a los dos terroristas que los retenían.

Los edificios colindantes también mostraban ventanas rotas y paredes ennegrecidas. "Los terroristas sabían dónde iban. El edificio no exhibía distintivos especiales, no había estrellas de David ni nada", relataba el británico Duncan Grant, residente de una vivienda muy próxima a Nariman House. Ayer se veían aún los restos de una explosión que destruyó un muro de la casa de Grant, al lado de una gasolinera: "Fue uno de los terroristas. Parece que su objetivo eran los surtidores de gasolina, pero falló", añadió. "El rabino y su familia eran personas muy tranquilas, no tenían ningún problema con el resto del vecindario", señalaba por su parte Pankaj, un joven que habita en la casa prácticamente pegada al centro judío. Mientras, otra de las vecinas de ese mismo edificio barría trozos de cristales rotos en el interior de la habitación, Pankaj recordaba cómo en la noche del miércoles vio desde su ventana "a alguien que lanzaba una granada contra el centro judío".

Tras la explosión escapó corriendo y no volvió a su casa hasta ayer, tres días más tarde, cuando la policía aseguró que la zona estaba controlada. Barreras policiales impedían aún el paso a la estrecha calle del edificio, ante el que varios policías analizaban los destrozos. El hijo del rabino, de dos años, pudo escapar con vida gracias a su niñera, que logró sacarlo de la casa en medio del ataque. Según relató a la policía, ella estuvo refugiada toda la noche en una habitación oyendo tiros y explosiones. Durante la mañana, en un momento de calma, oyó llorar al pequeño en el piso de arriba. Se aventuró a salir y lo encontró en una habitación en la que yacían en el suelo cuatro personas. Cogió al pequeño y logró huir.

HACIA LA NORMALIDAD En la estación Victoria, donde murieron cerca de 60 personas, los policías reconstruían lo sucedido hace tres días. "Los dos terroristas entraron disparando", explicaba uno de los agentes, V. H. Jedme. Primero, relató, tirotearon un restaurante de comida rápida cercano a un andén, luego lanzaron un par de granadas y corrieron disparando "hacia la comisaría de policía del interior de la estación". "Dentro mataron a un inspector y a otros cinco agentes", detalló. Luego, "huyeron por una de las puertas laterales". Pese al drama, ayer la estación de Bombay había recobrado su ritmo habitual, con los trenes circulando con normalidad y un trasiego de pasajeros.