El número de muertos entre la población civil por la revuelta en la exrepública soviética de Uzbekistán supera las 500 personas, según afirmaron ayer médicos en la ciudad de Andizhán, en el este del país, que en los últimos días se convirtió en el epicentro de la protesta contra el régimen autoritario del presidente Islam Karimov. Los testigos denunciaron que los soldados abrieron fuego contra los civiles y remataron a los heridos que todavía vivían.

Según esas fuentes, una escuela de Andizhán fue convertida por las autoridades locales en una morgue en la que se llegaron a amontonar más de 500 cadáveres abatidos por los disparos de las tropas gubernamentales. Los uzbecos comenzaron ayer a sepultar a sus familiares, víctimas de la masacre que provocaron los soldados cuando abrieron fuego, el viernes y el sábado, contra manifestantes y rebeldes armados en Andizhán.

REVUELTA SANGRIENTA Este saldo de muertos, acompañado por unos 2.000 heridos, podría convertir al incidente en el más sangriento de la historia de Uzbekistán desde que se desmembró la Unión Soviética en 1991. Karimov culpó de la revuelta a militantes radicales islamistas y cifró las pérdidas en 10 policías muertos y "muchos más" rebeldes. Los insurgentes tomaron el viernes un edificio gubernamental en Andizhán y liberaron a miles de presos de una cárcel local.

La televisión estatal rusa mostró ayer a hombres arrastrando cadáveres, mientras varias mujeres lloraban desconsoladamente alrededor de ellos. Varios residentes dijeron que hay muchos más en centros hospitalarios esperando a ser identificados por familiares. Según testigos presenciales, el sábado, los militares encargados de retirar cuerpos de las calles de Andizhán disparaban tiros de gracia a los heridos que se movían en el suelo.

"Hubo tres o cuatro soldados encargados de rematar a los supervivientes", afirmó a la agencia Reuters un empresario local. "La tragedia ocurrió porque la vida es insoportablemente difícil. No hay trabajo y la gente está furiosa", declaró un residente de Andizhán. Numerosos policías y militares, apoyados por vehículos blindados patrullaban las calles, bloqueadas por camiones y autobuses. El temor a una nueva escalada de la violencia en la zona ha forzado a muchos uzbecos a tratar de abandonar su país.

REFUGIADOS EN KIRGUIZISTAN La región es fronteriza con la ciudad kirguiza de Osh, en la que se produjeron protestas violentas que llevaron en marzo a la destitución del presidente de Kirguizistán, Askar Akayev. Unos 500 refugiados entraron en Kirguizistán atravesando la frontera, cerrada el viernes por los disturbios, y establecieron un campamento. Mientras, un grupo de hombres armados mató ayer a varios soldados del Ejército uzbeco en la ciudad fronteriza de Tefektosh, antes de huir al vecino Kirguizistán, según lugareños.

La agencia Interfax informó también de que los miembros de las tropas uzbecas dispararon en varias ocasiones contra sus compatriotas que intentaban cruzar la frontera.