Tocado pero no hundido. A pesar de la caída en los sondeos y la pérdida de credibilidad, el primer ministro británico, Tony Blair, anunció ayer que está dispuesto a gobernar durante un tercer mandato. Blair dejó claro que no hará concesiones en los puntos más polémicos de su agenda doméstica e insistió en que la guerra de Irak fue una decisión acertada.

El mensaje, lanzado desde varios medios de comunicación británicos el día en que comenzaba el congreso anual del Partido Laborista en Bournemouth, era una advertencia a los delegados, cada vez más numerosos, descontentos con la actuación del primer ministro. El semanario The Observer publicaba ayer un sondeo, según el cual, el 40% de los militantes laboristas, una cifra sin precedentes, quieren que Blair se retire antes de las próximas elecciones.

Irak ha abierto una brecha profunda en la familia laborista, con un 60% de sus miembros convencidos de que fue un error ir a la guerra y un 80%, persuadidos de que se exageraron las pruebas contra Irak, intencionadamente o no.

Impasible, Blair, sacó ayer los guantes de boxeo y su mejor sonrisa para defender todas y cada una de sus decisiones. "Creo que hicimos lo debido al derrocar a Sadam Husein. El mundo es un lugar más seguro sin él. Volvería a hacer exactamente lo mismo. No pido disculpas. Estoy orgulloso de lo que hemos hecho", declaró a la BBC.