El primer ministro británico, Tony Blair, advirtió ayer de que su política hacia Irak no cambiará pese a la oposición de una tercera parte del Parlamento a la guerra y a haber sufrido una rebelión laborista histórica. El primer ministro sigue estando "apasionadamente comprometido" con la causa de desarmar a Sadam Husein, según un portavoz de Downing Street.

Blair presidió un Consejo de ministros extraordinario para analizar las consecuencias de la confrontación que sufrió el miércoles en la Cámara de los Comunes, cuando 199 parlamentarios, de los que 122 eran laboristas, votaron contra su política sobre Irak. No es ningún secreto que en el Gabinete hay divergencias y es probable que haya alguna dimisión, si el Reino Unido acompaña a EEUU en una ofensiva militar, al margen de la ONU.