No se podía exiliar de verdad y decidió exiliarse en su propia casa. Como los topos españoles que se escondieron durante años por miedo a la represión franquista, el iraquí Jawad Amer Said al Shemary tuvo que olvidarse de su propia vida para sobrevivir. En 1981, cuando tenía 27 años, se construyó un zulo en la cocina de su casa, cerca de Numaniya, donde ha permanecido 22 años, hasta la caída de Sadam Husein.

Amer Said al Shemar pertenecía a Al Dawa, el partido shií más antiguo de Irak y el que sufrió más intensamente la represión del dictador, que lo prohibió en 1980. De hecho, varios de sus militantes intentaron atentar contra el sátrapa en numerosas ocasiones. Amer Said al Shemar vio cómo morían dos de sus compañeros de partido más cercanos y decidió esconderse. Por aquellas fechas, Sadam Husein ya había asumido la jefatura del Estado en Irak, había iniciado la guerra contra Irán, había zanjado una conspiración en sus propias filas con la ejecución de 34 personas y ya era famoso por su facilidad para torturar y cortar orejas a cualquiera que le llevara la contraria.

Una radio y un hornillo

El joven iraquí, con 27 años entonces, inventó una historia para que todos los del pueblo creyeran que había muerto y preparó un escondrijo debajo de la cocina de sus padres. Jawad construyó primero un pequeño pozo para asegurarse el agua, tiró unos cuantos cables para colgar una bombilla y se bajó un hornillo. Los alimentos se los procuraba cada cuatro o cinco días su familia.

Amer Said al Shemary, sin embargo, no quería descabalgarse de la vida exterior y consiguió un transistor con el que seguir día a día las penurias de su pueblo y, a partir de marzo, las informaciones sobre la invasión que culminó con la caída de Sadam Husein. Ahora, 22 años después, espera poder seguir en directo por televisión el juicio contra el dictador que le ha robado media vida.