La torre de Shanghái ha llegado a los 632 metros, lo que la sitúa a un paso de convertirse en el rascacielos más alto de China y el segundo del mundo, una vez que esté finalizada, según lo previsto, para 2015.

Trabajadores de la construcción colocaron esta mañana la última viga de la estructura del emblemático edificio tras lo que se celebró una ceremonia en el distrito financiero de Lujiazui donde se ubica la torre, informa la prensa local.

Una vez terminada la estructura, ahora falta acabar con la fachada y los detalles de la torre, que se convertirá en un inigualable símbolo de la panorámica de Shanghái, destacó el ingeniero jefe Fang Qingqiang, indica la agencia Xinhua.

La torre incluirá oficinas, un espacio comercial, un hotel de cinco estrellas, salones de conferencias, exhibiciones y servicios de ocio, según la describió Fang.

La ceremonia de hoy se celebró con el fin de atraer ya negocios al complejo, señaló el presidente de la Corporación de la Construcción y el Desarrollo de la Torre de Shanghái, Gu Jianping.

El rascacielos ayudará, en opinión de Gu, a acoger la demanda de oficinas de gama alta ubicadas en un centro financiero internacional y una zona de libre comercio.

La torre, ubicada a decenas de metros de los otros dos grandes rascacielos de la ciudad (con 101 pisos la SWFC y 88 la Jin Mao), es ya de facto una de las señas de identidad de la metrópoli oriental, cuyo distrito financiero de Lujiazui, donde se levanta, es ya todo un símbolo de la pujante China del siglo XXI.

Sólo la supera la torre Burj Jalifa, en Dubai, en los Emiratos Árabes Unidos, de 824 metros y 124 pisos, apenas tres plantas más que el futuro rascacielos chino.