El bicentenario de la trágica batalla de Trafalgar permitió ayer a Inglaterra rememorar los gloriosos días del pasado, cuando sus marinos dominaban los mares del mundo. Durante una jornada que comenzó con un sol estival y terminó en diluvio, las autoridades británicas llevaron a cabo en el puerto de Portsmouth, el más fastuoso y teatral despliegue naval de todos los tiempos. Unas 250.000 personas abarrotaron las playas y el paseo marítimo de la localidad británica para presenciar las maniobras que realizaron los casi 170 navíos, llegados de 36 países con 30.000 marinos de todas las latitudes a bordo.

"Creo que Nelson se hubiera sentido muy orgulloso de ver un evento así abriendo las celebraciones", dijo, entusiasmado, el jefe del Alto Estado Mayor de la Armada, el almirante sir Alan West. Un total de 21 salvas saludaron la llegada de la reina al HMS Endurance , un rompehielos de la Royal Navy.

Impresionante flota

Desde allí, Isabel II, acompañada por el duque de Edimburgo, pasó revista durante dos horas a la impresionante flota, distribuida en cuatro líneas de varios kilómetros y fondeada en el canal que separa Portsmouth de la isla de Wight. Más tarde, cuando el mar ya estaba picado y el cielo cubierto, la soberana se trasladó al portaviones HMS Invincible , donde se celebró una recepción a la que también asistió el príncipe Carlos y su esposa Camila, en su primera comparecencia castrense como miembro de la familia real británica.

La victoria de los ingleses en 1805, bajo el mando del almirante Horacio Nelson, fue un golpe irreparable para la marina imperial francesa de Napoleón y el final definitivo de la, en otro tiempo, invencible Armada española. Nelson, un estratega revolucionario a la hora de acorralar al enemigo, ganó la batalla, pero murió en Trafalgar, lo que le convirtió en un héroe nacional.

Las cualidades de Nelson

Ayer, la reina alabó "sus supremas cualidades navales, su liderazgo con sentido de la humanidad y su valor de cara al peligro". Los países vencidos, Francia y España, accedieron a participar en la dolorosa efeméride, que los británicos pusieron buen cuidado en presentar como un signo de las buenas relaciones entre vecinos europeos que antes fueron enemigos. "No está en nuestro ánimo el ser triunfalistas. Trafalgar es un hecho histórico y ésta es una oportunidad estupenda de estrechar lazos en diplomacia y en el terreno de la defensa", afirmó el almirante West. Francia contribuyó con seis navíos, entre ellos el portaviones nuclear de 40.000 toneladas Charles de Gaulle , el más imponente de los barcos presentes.

La representación española, encabezada por el jefe del Estado Mayor de la Armada, Sebastián Zaragoza, estuvo integrada por el portaeronaves Príncipe de Asturias y la fragata Blas de Lezo .

Curiosamente, ambos nombres están unidos a contiendas marítimas contra Inglaterra. Otro buque, llamado Príncipe de Asturias, participó en la batalla de Trafalgar al mando del almirante Federico Gravina, quien volvió a Cádiz herido de muerte tras seis horas de pelea. Blas de Lezo es el nombre de un almirante vasco que en el siglo XVII derrotó a los ingleses en Cartagena de Indias (hoy Colombia).

El esfuerzo de las autoridades británicas por evitar que las celebraciones se interpreten como un gesto de triunfalismo les ha valido algunas críticas por querer ser excesivamente correctos políticamente. "Estoy segura de que los franceses y los españoles son lo suficientemente adultos como para apreciar que nosotros ganamos la batalla, e intentar camuflarlo me parece algo tonto", señaló Anna Tribe, de 75 años, descendiente directa de Nelson, que ayer disfrutaba de los festejos.

Enfrentamiento naval

Tribe estaba especialmente molesta con el espectáculo de luz y sonido, que a última hora simuló un enfrentamiento naval de la era napoleónica, no entre dos potencias, sino entre dos bandos ficticios, la flota azul y la flota roja, con el fin de no herir sensibilidades.

La puesta en escena, con grandes veleros y actores disfrazados con traje de época, incluyó la representación de la muerte de Nelson. Algunos historiadores han considerado todo el montaje en torno a Trafalgar de cierto mal gusto, dado el carácter extremadamente sangriento de la pelea.