La violenta colisión de un autocar y un tren en las inmediaciones de la ciudad húngara de Siofok, a orillas del lago Balaton, dejó un trágico saldo de 33 muertos, 32 turistas alemanes y su chófer, y otros 11 heridos. El accidente es uno de los más graves en la historia de Hungría y uno de los peores registrados durante los últimos 10 años en Europa.

El siniestro tuvo lugar en un paso a nivel sin barreras, en el que la aproximación de los trenes se indicaba sólo mediante una señal luminosa, que al parecer estaba en rojo, pero que no vio el chófer del autocar. El conductor del tren rápido procedente de Budapest accionó los frenos en cuanto vio el autobús, pero fue demasiado tarde pues, a una velocidad de 100 kilómetros por hora no pudo pararlo a tiempo.

ARDUO RESCATE

A consecuencia del violento impacto, descarrilaron varios vagones del tren mientras la locomotora arrolló al autocar en un tramo de más de 200 metros. El autobús con los turistas alemanes se convirtió primero en una bola de fuego y luego se partió en dos mitades.

En las tareas de rescate participaron cientos de policías, bomberos y voluntarios, y se utilizaron cuatro helicópteros, 30 ambulancias y un número similar de vehículos de los bomberos. Los expertos que inspeccionaron el lugar del accidente aseguran que las víctimas no murieron quemadas por el fuego, sino antes, debido al fuerte impacto de la colisión entre los dos vehículos.

Pese a que varios vagones del tren descarrilaron, sólo resultó herido leve el conductor de la locomotora. La peor parte se la llevó el autocar.

PESAME DE SCHR DER

Los turistas alemanes eran jubilados en su mayoría y procedían de los estados de Schleswig-Holstein y de Baja Sajonia. El canciller alemán, Gerhard Schröder, que proviene de este último estado, fue informado telefónicamente por el jefe del Gobierno húngaro, Peter Medgyessy, quien se trasladó personalmente al lugar de la tragedia. Schröder hizo llegar su "más sentido pésame" a las familias de las víctimas, según informaron fuentes de la cancillería alemana.