Abu Mazen, el primer ministro de la ANP, tiene el guante ensangrentado sobre la mesa, junto a los cadáveres de cinco israelís y de cinco palestinos. Hamas, la Yihad Islámica y las Brigadas de Mártires de Al Aqsa pasaron de las palabras a los hechos, y tras anunciar que rompían el diálogo con la ANP para una tregua, ayer mataron a cuatro soldados israelís e hirieron a otros cuatro en la zona industrial de Erez, al norte de la franja de Gaza, en un ataque conjunto en el que también murieron los tres activistas que lo perpetraron. En Hebrón, otro soldado fue abatido cerca de la Tumba de los Patriarcas y el Ejército mató a los dos atacantes.

En Erez, alrededor de las cinco y media de la mañana, tres activistas, disfrazados con uniformes del Ejército israelí, abrieron fuego contra los soldados, que se encontraban en un puesto militar, aprovechando que un grupo de trabajadores palestinos acudía a trabajar a Israel. Los activistas fueron abatidos tras quedarse sin municiones. El ataque de Hebrón --tras el cual se decretó el toque de queda en el casco antiguo-- se produjo al mediodía.

UNIDAD POCO HABITUAL

El ataque de Gaza alcanzó rango de desafío a Abu Mazen con la reivindicación conjunta de Hamas, la Yihad Islámica y las Brigadas de los Mártires, un hecho muy poco habitual. Un panfleto --en el que se afirmaba que cada activista militaba en uno de los grupos-- afirmaba que el ataque fue llevado a cabo "para asegurar la unidad de los palestinos y su compromiso con la única opción, que es la resistencia armada". "Este es nuestro mensaje al Gobierno de Abu Mazen: continuaremos la lucha", declaró Abdul Azziz Rantisi, portavoz de Hamas.

Es la respuesta al discurso de Abu Mazen en la cumbre de Aqaba, en el que anunció el fin de la Intifada armada y que luchará para desarmar a los grupos radicales, un compromiso que Hamas y el resto de organizaciones consideran una traición ya que Israel no se ofreció nada a cambio. Un sentimiento que también expresó Yasir Arafat --el gran ausente de la cumbre-- y que es compartido por gran parte de la calle.

Ante esta situación, la peor desde que asumió el cargo, Abu Mazen pidió ayer desde Ramala la reanudación de las negociaciones para alcanzar una tregua y evitar así una confrontación armada entre los propios palestinos. "Tal vez se entendió mal el discurso de Aqaba", admitió Abu Mazen, que tiene previsto ofrecer una rueda de prensa y dirigirse ante el Consejo Legislativo palestino para explicar sus palabras en Aqaba. De trazo más grueso, el jefe de los organismos de seguridad de la ANP, Mohamed Dahlan, demostró de nuevo por qué es el palestino mimado de Israel y Estados Unidos y afirmó que Hamas no tiene alternativa: "o diálogo o enfrentamiento".

Israel se mostró más cauto de lo habitual en su reacción política al ataque y se limitó a exigir a Abu Mazen que afronte "el terrorismo" si no quiere que Israel lo solucione por sí mismo. Ni rastro de las habituales acusaciones a la ANP. En el terreno práctico, el ministro de Defensa, Shaul Mofaz, tomó la decisión habitual: el cierre absoluto de la franja de Gaza y Cisjordania. De hecho, el cierre de Cisjordania se decidió horas antes del ataque de Gaza a causa de las amenazas de ataques.

Por su parte, Estados Unidos mostró su compromiso con la Hoja de ruta y el secretario de Estado, Colin Powell, envió un recado a Arafat: "Debe jugar un papel más positivo que el de los últimos días", dijo Powell.