Un coche bomba explotó ayer al paso de un vehículo diplomático estadounidense en un barrio cristiano al norte de Beirut, acabó con la vida de tres personas y causó heridas de gravedad a otras 16. La explosión, que sucede en plena gira del presidente de EEUU, George Bush, por Oriente Próximo, no causó víctimas mortales entre el personal diplomático norteamericano. Tan solo un empleado local de la legación sufrió heridas de carácter leve.

Una densa columna de humo se podía divisar desde todos los puntos de la ciudad, mientras las ambulancias y los coches de bomberos se dirigían a toda prisa al escenario del atentado. Las primeras imágenes emitidas por la cadena local de televisión LBC desde el lugar de los hechos mostraban un amasijo de hierros retorcidos y ennegrecidos, junto a escombros de edificios cercanos. Podía contemplarse, además, cómo miembros de los equipos de rescate cubrían uno de los cadáveres con un trozo de plástico.

Los tres muertos eran personas que no tenían nada que ver con la legación norteamericana en el Líbano. "Lo que sabemos hasta ahora es que han muerto tres ciudadanos que vivían en Beirut y que no trabajaban para la embajada", anunció desde Washington el portavoz del Departamento de Estado, Sean McCormack, quien no pudo especificar más detalles del atentado. Más tarde, se supo que dos de las víctimas viajaban en el coche que iba inmediatamente detrás del vehículo atacado. Un tercero era un peatón que pasaba por las proximidades. Lo único que parece seguro es que los responsables del atentado tenían en mente atacar al vehículo diplomático, en el que solo viajaban el chófer y un ocupante que forma parte del personal de la representación.

OLA DE VIOLENCIA El Líbano ha sido testigo de más de 30 explosiones en los últimos tres años, la mayoría de ellas tenía como objetivo a líderes políticos opuestos a la dominación siria del país y también a periodistas.

La pasada semana, un artefacto colocado en la cuneta de una carretera hirió a dos cascos azules de nacionalidad irlandesa. El Gobierno de Beirut y las formaciones libanesas aliadas de Damasco --incluyendo a Hizbulá-- pugnan por hacerse con el poder desde el 2006.