El fantasma de la guerra civil deviene ominosa realidad en Irak, donde la violencia intercomunitaria en las mezquitas somete a dura prueba los frágiles cimientos de la pax americana y las miopes perspectivas de un impulso democratizador en todo Oriente Próximo.

No es osado asegurar que los neoconservadores, adalides de la democracia en una región que propende al oscurantismo, estaban cegados por sus prejuicios ideológicos o errados en sus vaticinios.

Debelado el régimen tiránico y minoritario que encabezaba Sadam, cumplidos los trámites democráticos, lo que aflora es un nuevo régimen tribal en el que la mayoría shií, influida por la teocracia de Teherán y protegida desde hace dos años por el ocupante, manifiesta una evidente incapacidad para resolver los problemas de reconstruir un país unido.

La única novedad es la fatiga norteamericana, fruto no sólo de la ocupación militar, sino de la imprevisión, el atrevimiento y la ignorancia.

*Periodista e historiador.