Donald Trump afirmó durante su campaña electoral que el pacto entre Irán y seis potencias mundiales sobre el programa nuclear iraní era “un desastre”, “el peor acuerdo que se ha negociado” y que llevaría a “un holocausto nuclear”.

Antes había anunciado que su “prioridad número uno” al llegar a la Casa Banca sería desmantelar el pacto, al que se opusieron duramente los republicanos en el Congreso.

Pero romperlo no es sencillo, ya que se firmó con otros países -el resto de miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU (Reino Unido, Francia, Rusia y China) y Alemania-, a los que tendría que enfrentarse. El propio Trump reconoció que sería complicado dar marcha atrás.

Imprevisible y contradictorio, rechazó el acuerdo, pero criticó que, tras el pacto, EEUU no levantara algunas de las sanciones que prohiben a empresas estadounidenses tratar con Irán.

Algunos analistas opinan que Trump podría escoger una vía más sutil para destruir el acuerdo: emprender acciones que Irán pudiera interpretar como violaciones del pacto y le llevaran a romperlo.

El presidente iraní, Hasan Rohaní, señaló la semana pasada que el resultado electoral en EEUU no afectaría a la política de Irán y en ningún momento mostró preferencia por Trump o Clinton. Pero las simpatías del líder supremo iraní, el ayatolá Ali Jamenei, parecen ser para Trump. En un discurso elogió su franqueza y su voluntad de decir la verdad.

El nacionalismo de Trump y su aparente intención de llevar una política de aislamiento y no dedicarse a cuestiones internacionales complace a Teherán, que ve más sencillo tratar con el republicano que con Hillary Clinton.

El régimen de los ayatolás considera, por experiencia, que es más efectivo negociar con republicanos que con demócratas desde la crisis que enfrentó a Teherán y Washington hace 37 años, con la llegada de la Revolución Islámica a Irán, y que fue el inicio de la fractura entre los dos países.

SIRIA EN EL HORIZONTE

La aparente admiración de Trump por el presidente ruso, Vladímir Putin, puede beneficiar también a Irán, gran aliado de Rusia. Los dos países luchan codo con codo con el régimen sirio. Trump podría “permitir a Rusia -y por extensión, a Irán-, dictar los términos de la conclusión del conflicto en Siria”, opina el analista Mahan Abedin, experto en política iraní, en un artículo publicado en Middle East Eye.

La actitud de Teherán respecto a Trump también dependerá de su política en relación a Israel y sus vínculos con Arabia Saudí, aunque ya sabe que Trump es un gran defensores de los israelís.