C uando empezó el proceso de impeachment contra Donald Trump, Gordon Sondland estaba llamado a ser una de las principales bazas de los conservadores para defender a su líder. Empresario hotelero con una larga vinculación al Partido Republicano, Sondland fue designado en el 2018 como embajador ante la Unión Europea por el propio presidente después de que donara un millón de dólares para los fastos de su investidura. Pero ese mismo embajador se ha convertido ahora en el principal obstáculo en la defensa del republicano. En el más explosivo de los testimonios escuchados hasta ahora en el Congreso, Sondland aseguró que Trump orquestó la campaña para presionar a Ucrania y condicionó la visita a Washington de su presidente al anuncio de una investigación llamada a perjudicar a sus rivales políticos.

Su testimonio en la cuarta jornada de declaraciones públicas ante el Congreso marca un punto de inflexión en el proceso para forzar la destitución de Trump. Y es que Sondland fue uno de los intermediarios en la campaña de presión lanzada por la Casa Blanca para que Ucrania investigara al candidato demócrata y exvicepresidente Joe Biden, así como la supuesta injerencia de Kiev en las elecciones estadounidenses del 2016 para perjudicar la candidatura de Trump. Esa es la tesis que defiende el presidente y su entorno en contra del consenso de todas las agencias de seguridad, que han acusado a Rusia de estar detrás de la injerencia. Varios altos cargos han llegado a testificar que no es más que una «teoría de la conspiración» sin fundamento.

DIPLOMACIA PARALELA / Sondland declaró que todas sus gestiones en Ucrania respondieron a las directrices de la Casa Blanca. También las realizadas por el secretario de Energía, Rick Perry, y el enviado especial a Ucrania, Kurt Volker, «los tres amigos» a los que el jefe de gabinete de Trump, Mick Mulvaney, puso al frente de la campaña. «Trabajamos con Rudolph Giuliani en los temas ucranianos bajo la dirección expresa del presidente de EEUU», afirmó el embajador. Giuliani es el abogado personal de Trump y el hombre que dirigió lo que hasta ahora se había descrito como una diplomacia paralela para presionar a los ucranianos. «No queríamos trabajar con Giuliani», pero «seguimos las órdenes del presidente», apostilló Sondland.

Pero el embajador también desmontó la idea de la diplomacia paralela. Dijo que tanto el secretario de Estado, Mike Pompeo, como el vicepresidente, Mike Pence, estaban al corriente. «Ellos sabían lo que estábamos haciendo y por qué lo estábamos haciendo», declaró Sondland. «Todo el mundo estaba al tanto. No era un secreto».

Quizás el punto más comprometedor de su testimonio tiene que ver con las medidas que adoptó la Casa Blanca para doblegar las reticencias de los ucranianos a abrir las investigaciones y empantanarse en la política de EEUU. Trump pospuso primero la visita de Volodímir Zelensky a Washington y después congeló durante 55 días los 400 millones de dólares en ayudas militares aprobadas por el Congreso para ayudar a Kiev a defenderse contra las fuerzas prorusas en la guerra del Donbás.

DELITO DE SOBORNO / «Sé que los miembros de este comité han enmarcado frecuentemente complicadas cuestiones en una pregunta sencilla: ¿Hubo un quid pro quo?», dijo refiriéndose a la expresión que alude al intercambio de favores. «Respecto a la solicitada llamada con la Casa Blanca y la reunión en la Casa Blanca, la respuesta es sí». Esta afirmación respalda las alegaciones de soborno, uno de los delitos que contempla la Constitución para destituir al presidente. Sondland también explicó que, aunque nunca se les explicó por qué se congelaron las ayudas, no tardó en entender que solo se reactivarían si Ucrania «demostraba seriamente su intención» de lanzar las investigaciones del presidente. Trump trató de distanciarse de Sondland. «No lo conozco demasiado».