Mike Pompeo, el director de la CIA que Donald Trump ha nominado para ser secretario de Estado, ha superado este lunes un trámite que se presentaba complicado en su camino hacia la confirmación para el cargo. Rand Paul, un senador republicano que había mostrado su oposición a confirmar a Pompeo en el Comité de Relaciones Internacionales de la Cámara Alta, ha decidido apoyarle en el último momento. Pompeo, y por extensión el presidente, Donald Trump, han evitado así un golpe que, aunque iba a ser sobre todo simbólico, no dejaba de ser golpe. Y esta misma semana se espera que el pleno del Senado ratifique al nuevo jefe de la diplomacia estadounidense.

Ninguno de los 10 demócratas en el comité de 21 miembros apoyaba el nombramiento de Pompeo. Paul, un republicano de tendencias libertarias, había anunciado que se opondría también. Y aunque eso no evitaba la confirmación en el pleno de la cámara, si creaba la perspectiva de un borrón histórico. Ningún nominado a secretario de Estado ha sido rechazado por el comité de Relaciones Internacionales del Senado desde que empezaron a votarles en el siglo XIX. Y desde 1945 no había habido un miembro del gabinete que llegara al cargo sin el apoyo de un comité (entonces lo hizo Henry Wallace a Comercio).

Paul, que aboga por menos intervenciones militares de EEUU en el extranjero, ha justificado su cambio de voto en varios mensajes en Twitter. Según ha explicado, ha hablado varias veces con el presidente Trump y también directamente con Pompeo. Y ha dicho que, finalmente, ha conseguido su objetivo: que el nominado a secretario de Estado considere “que la guerra de Irak fue un error y que ha llegado la hora de salir de Afganistán”.

El proceso de confirmación de Pompeo está siendo una muestra más de la extrema polarización partidista de Washington y del rechazo mayoritario de los demócratas a la línea dura de Trump en política exterior, que temen que el halcón Pompeo refuerce, sobre todo en la complicada relación con Irán, especialmente tensa ahora que Trump amenaza con romper el pacto multilateral alcanzado con Teherán para frenar su programa nuclear. Y aunque en una comparecencia ante los senadores del Comité de Relaciones Internacionales el 12 de abril Pompeo se mostró mucho más moderado que en ocasiones anteriores, muchos demócratas no parecen convencidos de la autenticidad de esa moderación. En esa sesión el senador demócrata Bob Menéndez ironizó con la nueva versión de paloma que presentó el halcón Pompeo diciendo: “No sé a cuál de los dos Mike Pompeo tengo que votar”.

Pompeo, un diplomado en West Point y Harvard que llegó al Congreso en 2011 con la oleda del Tea Party y estuvo en su escaño en la Casa de Representantes hasta que Trump lo eligió el año pasado para dirigir la CIA, se ha convertido en un importante confidente del presidente. Según se supo la semana pasada, ya ha empezado sus labores diplomáticas y fue él quien viajó en Semana Santa a Corea del Norte y mantuvo una reunión con Kim Jong-un para preparar el histórico encuentro del líder norcoreano con Trump, que debería producirse a principios de junio o finales de mayo.

La Administración había usado ese hecho para reclamar a los demócratas que apoyaran su nominación como secretario de Estado en sustitución de Rex Tillerson y este mismo lunes la portavoz de la Casa Blanca, Sarah Huckabee Sanders, les recriminaba estar haciendo “obstrucción sin sentido para marcarse unos puntos políticos fáciles con sus bases” y hablaba también de “intento voluntario de minar la diplomacia estadounidense”.