El presidente estadounidense, Donald Trump, alegó una presunta emergencia económica nacional para aprobar ayer una orden ejecutiva que prohíbe el uso de tecnología de «adversarios extranjeros» cuando supone «riesgos inaceptables» para la seguridad del país. La orden no cita a países ni compañías. No es necesario, porque se entiende que señala directamente a Huawei, tercamente presentada durante meses por Washington como un espía a las órdenes del Ejecutivo de Pekín. La nueva normativa impide que compañías estadounidenses vendan tecnología a Huawei sin el permiso especial del Gobierno.

Pekín calificó esas sanciones de «vergonzosas e injustas» en la primera reacción a la última embestida estadounidense en el marco de una fragorosa guerra comercial que desborda los límites arancelarios y que ha golpeado de lleno a la compañía de Shenzhen. «Pedimos a Estados Unidos que deje de oprimir a las compañías chinas bajo el pretexto de su preocupación por la seguridad y facilite un ambiente justo y sin discriminaciones para las inversiones y las operaciones», afirmó Geng Shuang, portavoz del Ministerio de Exteriores, en su rueda de prensa diaria, horas después de anunciarse la medida.

El mandatario estadounidense plasmó su decisión en una orden ejecutiva que se dirige contra los «adversarios extranjeros», pero no nombra específicamente a China. La orden ejecutiva da al secretario de Comercio, Wilbur Ross, 150 días para establecer qué compañías deben estar sujetas a nuevas limitaciones por suponer un peligro para la seguridad de Estados Unidos.

tecnología / La ley anti-Huawei impedirá que los ciudadanos norteamericanos «disfruten de la mejor y más avanzada tecnología», expuso la multinacional china. «Si Estados Unidos limita a Huawei, no hará al país más seguro ni lo hará más poderoso. Solo lo forzará a usar equipos alternativos inferiores y más caros, quedando por detrás de otros países y en definitiva dañará a las empresas y consumidores estadounidenses», sostuvo la compañía en un comunicado publicado en el diario Global Times. Huawei se muestra abierta a negociar con Washington los mecanismos para acreditar la «seguridad» de sus productos.

ESPERANZAS / La orden ejecutiva de la Casa Blanca llega con los canales de comunicación rotos, sin nuevas rondas de negociación previstas y con todas las esperanzas de tregua puestas en la reunión que Trump y Xi Jinping mantendrán el mes próximo en Japón durante el G-20.

El pasado viernes, EEUU anunció una subida de aranceles del 10% al 25% a importaciones chinas por valor de 200.000 millones de dólares; a lo que China contestó este lunes con otro incremento del 10% al 25 % en los impuestos a las importaciones estadounidenses, valoradas en 60.000 millones de dólares.

Trump ha proclamado la orden ejecutiva invocando una ley de 1977 que otorga autoridad al presidente para regular el comercio del país en respuesta a una «emergencia nacional». Al respecto, el mandatario argumentó que la intromisión de firmas de países rivales en las telecomunicaciones de EEUU supone una «emergencia nacional».

En un comunicado, la portavoz de la Casa Blanca, Sarah Sanders, afirmó que la decisión de Trump busca «proteger los servicios y tecnología de información y comunicación» de Estados Unidos. En una decisión posterior a la orden ejecutiva, el Departamento de Comercio incluyó a Huawei en una lista de compañías y personas a las que se prohibe el acceso a la tecnología creada en Estados Unidos. Este país lidera una campaña global para impedir que las compañías chinas, como Huawei, se hagan con el control de las redes de 5G, que permiten navegar por internet con mucha más velocidad y podrían facilitar el desarrollo de vehículos autónomos y técnicas para hacer cirugía por control remoto, entre otros avances. Washington teme que China use las redes 5G de la compañía de comunicaciones china para poder realizar prácticas de espionaje.