Es, por ahora, un duelo retórico, vía discursos y tuits, pero la escalada de amenazas en el cruce de mensajes vivido en las últimas horas entre EEUU e Irán exuda un recrudecimiento de tensiones entre los dos países, cuya siempre compleja relación se ha complicado de nuevo desde mayo. Fue entonces cuando el presidente estadounidense, Donald Trump, decidió abandonar el pacto multilateral gestado por Barack Obama y sellado en el 2015, que intentó poner freno al programa nuclear militar de Teherán, abriendo la puerta a la reimposición de sanciones económicas que está previsto que empiecen el 4 de agosto.

El domingo el presidente iraní, Hassan Rohani, pronunció un discurso en el que advirtió a Trump de que «no juegue con la cola del león». «América debe saber que la paz con Irán es la madre de todas las paces y la guerra con Irán es la madre de todas las guerras», añadió. Horas más tarde, 36 minutos antes de la medianoche, Trump usó su cuenta de Twitter para en mayúsculas, que en comunicaciones digitales equivalen a gritos, lanzar un amenazante mensaje de respuesta. «Nunca jamás amenace a EEUU de nuevo o sufrirá consecuencias que pocos antes en la historia han sufrido», escribió. «Hemos dejado de ser un país que soportará sus dementes palabras de violencia y muerte. ¡Sea cauto!», añadía.

El duelo tiene ecos de la enfervorizada batalla dialéctica que hace poco menos de un año empezaron a librar públicamente Trump y el líder norcoreano, Kim Jong-un. Pero así como en 11 meses la relación entre Washington y Pyonyang ha evolucionado hasta producir el histórico encuentro de junio entre los dos líderes, hay escasas esperanzas de una evolución similar en el diálogo con Irán. Tanto Arabia Saudí como Israel buscan la alianza de EEUU para rebajar la influencia de Teherán en la región, incluyendo a Siria, uno de los aspectos que Trump pudo tratar con Vladímir Putin en Helsinki, aunque el contenido de esas dos horas de conversación sigue siendo una incógnita.

NEGRAS PERSPECTIVAS / Antes incluso del tuit de Trump, un discurso de su secretario de Estado, Mike Pompeo, dejó claras las negras perspectivas. En una intervención en California, el jefe de la diplomacia estadounidense lanzó un duro alegato contra Irán y sus líderes. No solo les acusó de «hipócritas» sino que los denunció como corruptos, en algunos casos por nombre. «El nivel de corrupción y riqueza entre líderes del régimen muestra que Irán lo dirige algo que se parece más a la mafia que a un gobierno», dijo.

Pompeo anunció un nuevo esfuerzo para hacer llegar el mensaje de Washington a la población iraní, entre la que ha crecido el desencanto por la situación económica y por la intensificada persecución de los disidentes.

Pompeo también habló de las sanciones, que tras la salida del pacto nuclear empezarán a reimponerse en un par de semanas en el sector bancario. A estas podrían seguir, en noviembre, las del sector energético, cortando acceso a Irán al mercado del petróleo. Teherán ha vuelto a restringir el acceso al estrecho de Ormuz, un pasaje por el que circula el 30% del tránsito marítimo mundial de crudo.