El discurso del candidato republicano a la Casa Blanca, Donald Turmp, parece no tener límites. Si a principios de agosto un comentario suyo se interpretó como una incitación a disparar a su rival Hillary Clinton, poco más de un mes después ha vuelto a hacerlo: sin decirlo claramente, como es de costumbre, pero fácil de interpretar en ese sentido.

En un míting en Miami el viernes, y en relación a la posición de la candidata demócrata en el debate sobre las armas, aseguró en un tono aparentemente sarcástico: "Creo que sus guardaespaldas deberían dejar caer todas las armas. Deberían desarmarse, ¿verdad?". "Quitarles las armas, ella no quiere las armas. OK, sería algo muy peligroso", afirmó el candidato, que también agregó que "a ver qué le pasaría".

Las críticas no han tardado en llegar. Robby Mook, portavoz de Clinton, aseguró: "Cualquier cosa que se haga para provocar a manifestantes, aunque sea como una broma, es una característica inaceptable en cualquier persona que quiera ser el Jefe del Estado Mayor. "Este tipo de palabras deben estar fuera de los límites de un candidato presidenciable", ha sentenciado.

El comentario de Trump fue interpretado por segunda vez como una incitación a la violencia. En agosto, Trump coqueteó por primera vez con esa insinuación, cuando en un discurso en Carolina del Norte hizo un comentario que perfectamente pudo leerse como una incitación a disparar a Clinton o a jueces federales.