Por primera vez desde que es presidente de los EEUU, Donald Trump aterrizó en la Bahía de San Francisco, donde casi a escondidas presidió el primero de varios actos para recaudar fondos que celebrará en California, uno de los territorios más hostiles para él.

Trump llegó a un aeródromo y desde allí se dirigió en coche hasta una residencia privada de Portola Valley, donde tuvieron lugar un almuerzo, una mesa redonda con alrededor de una veintena de simpatizantes y un encuentro con otras 200 personas.

Una vez terminado el evento, el presidente regresó al aeródromo y partió a Los Ángeles, donde entre tiene previstos varios actos más de este tipo. En total, Trump pasó en la Bahía de San Francisco poco más de tres horas y no se dejó ver en público.

Visitas esporádicas

La última vez que el presidente había pisado Silicon Valley y sus alrededores, fue en dos ocasiones en 2016, como aspirante a hacerse con la candidatura presidencial en las primarias del Partido Republicano.

En ambas ocasiones la presencia de Trump tuvo como respuesta fuertes y violentas protestas que se saldaron con varios de sus simpatizantes heridos, y en el primero de sus viajes el entonces candidato se vio forzado a cruzar a pie la mediana de una autopista para poder acceder por la puerta trasera del hotel en el que iba a celebrar el mitin.

Precisamente estos antecedentes llevaron a que la campaña de reelección del presidente, organizase el acto entre el máximo secretismo, de manera que quienes quisieran protestar no supieran ni el lugar ni la hora.

Medias extremas de seguridad

Hasta tal punto llegó el secretismo que ni siquiera los simpatizantes republicanos que habían pagado para asistir al acto de recaudación de fondos sabían dónde iba a celebrarse el mismo, y se les citó en un aparcamiento desde el que se les llevó en autobuses a la residencia.

Estas medidas extremas de precaución lograron su objetivo, ya que si bien durante las últimas horas varias organizaciones y grupos contrarios a Trump habían adelantado que organizarían protestas, la visita del mandatario acabó con apenas una docena de personas manifestándose en los alrededores de la residencia con el ya habitual globo gigante que representa al presidente con cuerpo de bebé.

Desde que llegó a la Presidencia en 2017, California ha sido el estado que más visiblemente ha liderado los intentos de parar o anular las decisiones que salían desde la Casa Blanca en multitud de frentes como inmigración o medio ambiente, ya fuese mediante recursos judiciales o legislación propia.