Como un rayo desde un cielo azul. Así golpeó el tsunami a las más de 125.000 personas que perecieron arrolladas por los rugientes muros de mar en movimiento, la mayoría de las cuales ni siquiera se apercibieron del peligro cuando vieron desde las playas llegar la colosal pared espumeante.

Así queda patente en las primeras imágenes --obtenidas por la agencia France Presse-- de la llegada de la ola gigante a la otrora paradisíaca playa tailandesa de Hat Rai Lay, muy cerca de Krabi, en la que los bañistas sólo muestran algo de inquietud, pero sí gran asombro, cuando el océano empieza de pronto a retirarse a gran velocidad, dejando al descubierto cientos de metros de arena.

En un primer momento, según se desprende de las fotos de France Presse, algunos turistas empezaron a alejarse de la orilla, pero otros se limitaron a señalar el fenómeno. Una mujer incluso avanzó hacia la descomunal pared de agua que se le venía encima.

SEIS TSUNAMIS SEGUIDOS Las imágenes reproducen sólo el primero de los seis tsunamis que devastaron sucesivamente aquella bahía turística de la costa tailandesa del Indico y es más que probable que todos los que aparecen en estas fotografías perecieran bajo las aguas embravecidas. Una catástrofe que se extendió a todas las concurridas playas del suroeste de Tailandia, donde el maremoto mató al menos a 2.230 extranjeros en plena temporada alta navideña, según el recuento oficial del Gobierno de la provincia de Phang Nga.

La oleada asesina se propagó a la velocidad de un reactor desde el epicentro del seísmo (de grado 9.0 en la escala de Richter) frente a la costa indonesia de Aceh y golpeó sucesivamente a Tailandia, Malaisia, Sri Lanka, India y las Maldivas. En sólo seis horas había cruzado los 4.500 kilómetros de ancho del océano Indico y aún tenía fuerza suficiente para causar cientos de víctimas en Somalia, Kenia y Tanzania.

Uno tras otro, los tsunamis descargaron su furia contra las playas tropicales de esos países, en las que ni visitantes ni locales tenían conocimiento del efecto de las sacudidas submarinas. Así que no trataron de escapar ni siquiera cuando vieron que el mar se retiraba aceleradamente, señal inequívoca de que llegaba la imparable muralla de agua de hasta 10 metros de altura.

DEVASTACION EN SUMATRA Aunque la más golpeada fue la isla de Sumatra, muy cerca del epicentro del terremoto, donde el jueves ya se habían contabilizado en la arrasada provincia de Aceh 80.000 cadáveres; cifra monstruosa que hizo saltar el saldo provisional de víctimas mortales por encima de 125.000. Los vivos casi envidiaban a los muertos, puesto que vagaban entre cuerpos en descomposición, sin alimentos, agua potable ni ropa. Todo a su alrededor había sido destruido por los aludes de agua, barro y escombros.

La Organización Mundial de la Salud alertó de que, en todo el Indico, cinco millones de personas estaban desplazadas, a merced de las enfermedades. Para acabar de ensombrecer ese dramático panorama, las réplicas del gran terremoto del día 26 aterrorizaban a los refugiados durante la noche. En el estado indio de Tamil Nadú, los rumores de que se aproximaban nuevos tsunamis desencadenaron el pánico de los supervivientes, que corrieron desesperados hacia altos y colinas.